domingo, noviembre 12, 2006

CORTE DE SUMINISTRO



Sus cuerpos completamente enjabonados tiritaban de frío. Por más que miraban hacia arriba no caía ni una gota de agua. Parecían condenados a tener que soportar largo tiempo la espuma que se les introducía por cualquier resquicio. Se frotaban los ojitos con fruición y, cuanto más lo hacían, más molesto era el picor del jabón dentro de ellos.
Nadie parecía darse cuenta del problema a tenor de lo que se estaba dilatando aquella cruel situación. Se restregaban los brazos para procurarse un poco de calor y se miraban confusos entre sí. De improviso empezó a caer, primero una gota, luego otra y luego otra... hasta que descargó un leve chorrito de agua. Todos pugnaban por ponerse debajo del mismo. De manera compulsiva, temiendo que cesara la escasa lluvia que manaba de la alcachofa, luchaban a brazo partido por desprenderse de los restos de suciedad y del exceso de bálago. Surgieron los desacuerdos, los gritos, los empellones, las agresiones físicas en toda regla...
Por fin llegaron las fuerzas de orden publico para poner coto al funesto desaguisado. Aunque tal vez un poco tarde, porque las violentas colisiones habían hecho entrechocar algunos elementos demasiado endebles como para poder afrontar el amotinamiento sin quebrarse.
Cuando la máxima autoridad avistó dicho panorama, pudo comprobar que era desolador. El dantesco escenario ofrecía una imagen de cuerpos desfallecidos, algunos de ellos desmembrados, cubiertos de mugre, grasa, restos alimenticios y espuma... mucha espuma. Patéticamente, un fino hilillo de agua que seguía cayendo sobre fragmentos de vajilla y cristales rotos, se perdía a través del sumidero, mientras un operario del gremio de fontaneros se empleaba a fondo bajo el fregadero con una llave de tuercas.

No hay comentarios: