miércoles, octubre 06, 2010


[...] Ciertamente como dice Schiller, "todos hemos nacido en Arcadia"; esto es, venimos al mundo con anhelos de gozo y felicidad y con la necia esperanza de satisfacerlos. Pero, por lo general, pronto aparece el azar, nos golpea con rudeza y nos enseña que nada es nuestro, sino suyo, arrogándose así un derecho indiscutible no sólo sobre nuestra riqueza y sobre todo lo que poseemos.
En cualquier caso, transcurrido algún tiempo llega la experiencia y nos enseña que el placer, el gozo, sólo es un espejismo visible a distancia que desaparece en cuanto nos acercamos a él; y que, al contrario, los pesares y el dolor son entes reales, se dan a conocer por sí mismos y no necesitan ilusión ni esperanza algunas que los representen. Pronto reconoceremos que lo mejor que el mundo puede ofrecernos es una existencia exenta de dolor, tranquila y llevadera; por eso limitaremos nuestras aspiraciones sólo a la consecución de este propósito a fin de alcanzarlo con mayor seguridad. Pues para no acabar siendo realmente desdichado, el medio más seguro es que no se pretenda ser muy dichoso. "La ruin pretensión de la felicidad, sobre todo de tanta como soñamos, corrompe todo en este mundo. Quien pueda librarse de ella y no desea otra cosa que lo que tiene enfrente, puede salir adelante". De ahí que lo más aconsejable sea moderar las aspiraciones de gozo, posesiones, rango, honores, etcétera a un mínimo prudente; porque precisamente la afanosa lucha por la felicidad, el brillo y el placer es lo que provoca las mayores desgracias. Conducirse de ese modo será lo más sabio y lo más aconsejable; pues ser muy desgraciado es fácil, pero ser muy feliz, en cambio, no sólo dificilísimo, sino completamente imposible'. [...]
Arthur SCHOPENHAUER
Aforismos sobre el arte de saber vivir

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