Algo muy malo he
debido hacer en mi anterior vida, pues una especie de maldición pesa sobre mí:
si quiero ser libre y mostrar al mundo mi verdadera identidad, debo pasear
descalzo y sin sombrero bajo la lluvia.
El agua
incordia. Por eso he decidido ver pasar
la vida asomado a los cristales de esta ventana. Por eso, cada vez que miro al
cielo, sólo veo una cúpula gris, la de mi inmenso paraguas. Por eso nadie sabrá
quién soy yo cada vez que me mire.
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