A LA LUNA
¿Quién ha dicho que a la luna no hay que pretenderla?
¿Dónde está escrito que esa pieza luminosa
que un día se fugó del puzzle del espacio,
y ahora nos mira desde el cielo, no necesita mimos?
¿Quién sugiere que a un requiebro la luna no está abierta?
Ella no es satélite como la gente piensa,
es mujer que brilla y que da vueltas
cuando baila coqueta, seduciendo y flirteando con la
tierra.
La luna necesita que le digan cada noche
que es la mejor, la más hermosa, “te llevaré en mi
coche”,
precisa que le digan frases tiernas.
El sol es otra cosa,
alterna y confunde lo caliente con lo displicente,
a ratos es fogoso, otras veces, medroso, se oculta
tras las nubes,
pero siempre es varón, es decir, poco ocurrente.
La luna, mi luna, es aparición constante
que se viste de mil modos y maneras,
hoy se engalana de noche con un vestido largo de
terciopelo negro,
eso es la luna nueva,
mañana será cuarto menguante con minifalda, y luce
pierna,
el siguiente, con bermudas, será cuarto creciente,
hasta que un día se muestra finalmente,
desnuda, voluptuosa y se te ofrece,
es la fase mágica, ésa es la fase llena.
No desdeñes a la luna, no dejes jamás de pretenderla,
y, hasta si puedes… conseguirla.
Ella espera que lo hagas ¿aún no lo sabes?
¿Cómo es posible que no te hayas dado cuenta?
Piensa que es por algo que cada noche viene a verte,
desnuda, envuelta en terciopelo, con minifalda o con flores
en el pelo.
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