lunes, junio 22, 2020

Ahora es demasiado tarde, Princesa...

AHORA ES DEMASIADO TARDE, PRINCESA…

Recuerdo que era muy pequeñita cuando conseguí atraparla –o atraparle, que estos bichos los carga el diablo y no hay modo de saber qué sexo tienen, si tienen sexo o sólo tienen sesos-. Iba serpenteando por la pared, bajo un sol de justicia, y me hice con ella antes de que se introdujera por un resquicio entre dos ladrillos. La guardé momentáneamente en un tarro de cristal y más tarde en una caja de cartón, donde practiqué varios orificios –pequeños, claro- para que pudiese respirar.
Yo le ponía comida ahí dentro con regularidad, hasta que un día me decidí a levantar la tapa del todo a ver qué pasaba, si se iba –que sería lo lógico- o no. Bien, pues… para mi sorpresa, decidió quedarse. Se alejaba un poquito de la caja, indagaba a ver qué había por ahí, pero luego volvía a guardarse en ella, entendiendo que “eso” era casa, de tal manera que ya no hacía ni falta que pusiese la tapa.
Pasó el tiempo, Princesa –que así se llamaba, aunque podía haber sido Príncipe, dado que a mi modo de ver aún era asexuada- fue creciendo y creciendo. Evidentemente ya no vivía en la cajita de cartón, ahora deambulaba por cualquier parte de la vivienda y del jardín. Para que acudiese a mi lado bastaba con que yo la silbase o llamase por su nombre, y al igual que un chucho, venía meneando su cola.
Hace pocos días, en un momento que me ausenté para ir a comprar, salió de la finca por la puerta trasera del jardín que en un descuido debí dejar abierta. Por más que la llamo (Princesa, Princesa…) no acude, no he vuelto a saber de ella y estoy francamente preocupada. Creo que está en busca y captura. Lo dicen los informativos de la tele, de la radio y de todas partes. Andan como locos intentando dar con un cocodrilo del Nilo, ¡¡qué cocodrilo ni qué Nilo, bobadas…!! Es Princesa, mi pequeña lagartija, que seguramente se ha desorientado y ahora no sabe cómo volver a casa.

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