lunes, junio 22, 2020

EL ÚLTIMO ROUND

EL ÚLTIMO ROUND
Era el gran día para Pokito Rollo, aspirante a revalidar el título a Campeón del Mundo de Boxeo en la categoría de peso Wélter, frente a su eterno rival, el mejicano Pancho Coleta.
En cuanto se calzó las botas y los guantes, Pokito supo que ese día iba a ser diferente a los demás, algo muy dentro se lo decía. Por ello no podía evitar cierta desacostumbrada sensación de nerviosismo, cierta comezón que le hacía bailar sobre el ring más de lo normal.
El combate era a doce asaltos. Su preparador físico y mentor, pendiente de cualquier gesto, tanto de Pokito como de Pancho, no escatimaba esfuerzos a la hora de darle ánimos, estaba tan seguro de su triunfo... “Vamos, Pokito, mira cómo tiembla la Panchita esa... le vas a dejar K.O., ese título no te lo va a quitar nadie hasta que tú lo decidas, sólo tienes que cuidarte muy bien de su izquierda, ya sabes que ahí está su punto fuerte, pero es que tú los tienes todos, Pokito, todos, me oyes...”
Sonó la campana, una y otra vez, así muchas veces, hasta que llegó el décimo asalto. Pokito estaba convencido de que lo que guardaba Pancho dentro de esos malditos guantes era plomo, o eso le estaba pareciendo a él. Cada asalto era una parada más en el largo viacrucis de Pokito, a quien se le estaba haciendo cuesta arriba sostenerse en pie. Había caído derribado sobre la lona en varias ocasiones, pero siempre había aguantado el conteo del árbitro y había logrado, tambaleante, levantarse. A su preparador ya sólo le faltaba llorar cada vez que veía cómo, agotado, Pokito hacía oscilar peligrosamente su cuerpo sobre las cuerdas del cuadrilátero buscando en ellas su refugio, igual que los mansos en la plaza.
Llegó el décimo asalto, un uppercut con la derecha, seguido de un gancho lanzado con la izquierda, por el mejicano, sobre el rostro descompuesto de Pokito, hizo que éste escupiera el protector bucal ensangrentado sobre la lona, cayendo al suelo como un muñeco de trapo, en lo que parecía ser un nocaut. El árbitro inició el conteo ante un silencio sepulcral por parte de la afición y ante el gesto de pavor que lucían, tanto el preparador de Pokito como el púgil rival. La quietud del -todavía- campeón del mundo presagiaba lo peor, algún “K.O. técnico” en susurros se escuchó en boca de más de uno dentro del Polideportivo, “está noqueado”, decían otros... Fueron los nueve segundos más largos de la historia reciente del Boxeo, porque según contaba “diez” el juez, con la voz y con los dedos, Pokito se puso en pie de un brinco, a la vez que su boca desdentada decía ¡Maaambo!!!


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