UNA GRAN CAPTURA
(Ana Mª Rodríguez "Poeta Bululú")
Un hombre estaba pescando con una caña a la orilla del mar, subido a una roca. Tras una soporífera madrugada al relente, sin que picara un solo pez, al menos un pez de buen tamaño, de esos que sirven para presumir tanto como para comer, se movió el flotador, sonó el cascabel que tenía en el extremo, y el hilo de sedal se tensó y tensó y tensó, arqueando la caña de tal manera que parecía que iba a quebrar. Por fin había picado un pez y parecía bien gordo, menos mal… El pescador, con toda la energía de la que era capaz, se dispuso a recoger el carrete a toda prisa, no fuese a soltarse la presa. Pero aquel enorme pez amenazaba casi con derribarle al agua, tal era la fuerza con la que tiraba hacia abajo. “No te me vas a escapar, maldita sea, verás ahora”, haciendo un gran alarde de fuerza, tiró enérgicamente de la caña y cayó al suelo, pegándose una gran culada. Su sorpresa fue mayúscula cuando vio que al otro extremo del sedal, enganchado en el anzuelo, había un enorme tapón de goma semejante a los que existen para taponar los lavabos, solo que éste era tamaño tribu. El agua del mar, poco a poco, se fue colando por el sumidero hasta que el fondo marino quedó en franca evidencia. Neptuno, tridente en mano, recién levantado y aún en calzoncillos, le recriminó desde el fondo su torpeza: “Me cago en tus muertos, otro inútil… ¿sabes tú lo que cuesta llenar esto otra vez?”
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