viernes, mayo 08, 2020

YO A MI BOLA (Confesiones en la fase previa al sueño)

CONFESIONES EN LA FASE PREVIA AL SUEÑO

Y ya que estamos aquí, semi-cautivos, comunicándonos con nosotros mismos y hablando a solas… confesémonos. Sí, que todos tenemos un pasado, y si esto dura mucho  acabaremos por conocernos mejor.  Aunque tal vez es complicado lo de conocernos… se necesitarían más plagas,  más aún cuando algunos no hemos sido capaces de entendernos motu proprio, y tras muchos años de vivir bajo una misma piel.
Elegir profesión cuando sólo tienes diecisiete años, es lo suyo, pero de esa forma tan prematura de proceder en la vida estamos eliminando de un plumazo todo lo que nos queda por saber y conocer, aferrándonos a lo ya conocido, que es muy poco, para determinar qué queremos ser en la vida. Es lo que toca. Por el contrario, cuando ya tienes mucho camino recorrido, evidentemente “has visto más” y sabes qué quieres, qué te motiva o en qué oficio encajas mejor, pero ya es tarde, y a veces, cuando lo sabes, ya no te hace falta ni oficio y lo único que precisas es una pensión modesta para vivir.
Después de lo visto… ¿qué es lo mío, lo que prefiero, lo que hubiese querido si hubiese podido, dándose las debidas circunstancias…? Ah… soñar no cuesta nada, por otra parte, está una ya tan pasada de moda, que ni lo que entonces era futuro es presente ahora, siendo, por contra, agua pasada que no mueve molino. Pero, repito… soñar no cuesta nada.
Y concluyo, tras bucear en mis vivencias y sensaciones, que no me hubiese importado nada ejercer en cualquiera de estos oficios, cuatro, podían ser más o menos, pero digo cuatro.
1.-  Creo que hubiese dado el perfil para un trabajo que tuviese que ver con la Comunicación.
Ahora sé -a buenas horas, mangas verdes- que me hubiese gustado ser Periodista -de prensa escrita-, y siendo algo con olor a futuro imposible –puesto que en el pasado no fue, ni ahora será-, me hubiese gustado ser CRONISTA TAURINA –toma ya… ¿no decía yo que estaba pasada de moda…?-, pues sí, confieso sin rubor que hace años era muy aficionada a los toros, no a los encierros ni cosas de ésas de jugar con bichos, sólo a los toros sobre el albero de una plaza. Era entendida y muy ilustrada en la materia, dominando el argot, las fases de la lidia, conociendo el escalafón taurino, tanto de lidiadores como de divisas, a la perfección, por mi encendida entrega a la lectura de revistas especializadas, y casi diría que hasta conociendo el reglamento al dedillo. Luego perdí la afición, no me convertí al “animalismo” porque animalista siempre he sido, casi vegetariana… sí, son paradojas difíciles de hacer entender a mi lector si no está por la labor de entender, y yo no estoy por la labor de convertir a nadie al arte de Cúchares, mucho menos ahora que está francamente mal visto, así que cada uno arrastre sus fantasmas. Adoro a los animales, sufro por ellos, y precisamente uno de los problemas a los que me enfrentaba cuando acudía últimamente a la plaza era un problema ético y técnico a la vez, ambos conceptos enfrentados. Me gustaba la lidia del toro bravo a rabiar cuando ésta era perfecta técnicamente, porque, sólo así, entendía éticamente la muerte de la res. Mi teoría –y  creo que es la cierta- es que, si al animal se le aplica la lidia correcta en cada tercio, el sufrimiento es mínimo en cuanto a tiempo… 10, 12, 14 minutos, y ya está, ya me apuntaba yo a que el día que esté para sopitas y buen vino, y no tenga solución, se me pasaporte al otro lado del túnel en cuestión de minutos; me temo que no es así y nos vemos obligados a sufrir más tiempo  que los animales, e incluyo a las mascotas, a quienes facilitamos con la inyección letal sus momentos de agonía, pero claro, volvemos a lo mismo, entramos aquí en un debate farragoso para el cual me veo preparada, pero sin ganas de debatir, repito, que cada quien arrastre sus fantasmas como yo arrastro los míos. Ocurre que el torero es una persona, no un robot, el toro es un animal, no un torito de carril para hacerle toreo de salón, y la técnica a veces falla, y los tercios de la lidia no se desarrollan bien, incluso a la hora de ejecutar la suerte suprema, esa espada, ay, esa espada… Bien, pues el hecho de haber visto realizar tantas buenas faenas –muchas malas también-, y tener almacenados tras mi retina y en mi memoria, momentos de tal belleza y pulcritud, hizo que un buen día decidiera dejar de acudir a las corridas de toros… ¿para qué exponerme a “sufrir”, aguantando petardos y tardes soporíferas, cuando no, cruentas por la indebida praxis, el día que saliera malo, si ya había visto cuanto de bueno podía ver en la Tauromaquia?  En resumidas cuentas, la tauromaquia perdió una buena aficionada y, aunque esté mal que yo lo diga, puede que el periodismo haya perdido también una buena cronista taurina.
2.- Otro oficio que descubrí con el tiempo y que también tiene que ver con “comunicar” es la Radio, hubiese matado por ser LOCUTORA DE RADIO –encima ahora, que ya tolero mi voz cuando me escucho…-. Pero ya estamos otra vez con la burra a brincos, esta “vocación” la descubrí hace apenas unos años -yo es que, como descubridora, reconozco que soy tardona-. La Radio para mi es vicio, dependencia, una droga que me meto en vena en cuanto me levanto, y cuando empiezo a sentir sus efectos a media mañana, me pasa como al toxicómano…que sólo se siente bien tras sentir los efectos del chute en su organismo. Evidentemente, ya se me pasó el arroz de ser locutora de radio, aun así, si alguien confiase en mí, me lo pensaría.
3.- Quien me conoce puede pensar que otra profesión que abrazaría –de manera seria y profesional- si pudiese empezar desde cero, sería la de actriz. Pues se equivocan… la labor actoral me parece menos creativa de lo que aparenta ser, está supeditada a las órdenes de un director, a un determinado texto, etc… Me sentiría más libre y completa -si ahora fuese joven y pudiese acudir a una Escuela de Arte Dramático- estudiando Dirección.  Otro de mis “sueños” incumplidos -pero menos, porque mato el gusanillo autodirigiendo mis propias obras- sería el de DIRECTORA  DE TEATRO.
4.- Por último, una profesión que me fascina -no sé si existe como oficio, mucho me temo que ese nombre suena a delito-, sobre todo cuando les veo en las películas, es la de HACKER INFORMÁTICO… ¡Diossss, cómo molaría ser hacker y saber desencriptarlo todo!!! Aaaaggg, me encantaría. Naturalmente a ser hacker se llega conociendo la Informática al dedillo, y yo me llevo bien con los ordenadores, pero también llego tarde. Llego tarde a la informática de alto nivel y a lo de la piratería, la abuela hacker, joder… suena chungo y ofrece escasa credibilidad. Pero molaría mogollón saber trampearlo todo hasta el punto de hacerte necesaria para gobiernos, instituciones, grandes empresas, tiene que ser como ser un mini-dios… Bien, no obstante si alguien conoce una academia donde uno pueda obtener formación para ser hacker, estoy dispuesta a intentarlo, no necesito titulación, con reunir los conocimientos necesarios me sirve. Qué bonito, hacker… mejor aún que lo de cronista taurina. Ya me duermo, ya me duermo, uno, dos, tres, cuatro… cin…co…zzzzz, zzzz…

No hay comentarios: