martes, mayo 20, 2008

ESTAMPA CORTAZAREÑA




“...Entonces, mientras pasaba las páginas de su vida con una mano, con la otra exploraba bajo la falda de Talita, y su boca, destilando un fuerte olor a tabaco y a whisky, buscaba y mordía casi con fiereza los labios de la Maga. Estaba confuso. Ya no sabía en realidad quién era quién. Intentaba por todos los medios posibles encontrar su mujer ideal dentro de ese extraño abanico que había confeccionado, a base de retazos sueltos de las dos mujeres que más había amado en la vida. Llegó un momento en que ignoraba qué fragmento pertenecía a una y qué fragmento pertenecía a la otra. Su pie izquierdo, como no podía ser de otro modo, se carcajeaba al contemplar dicho panorama. El pie tenía unas orejitas muy graciosas. Parecían gusanos o deditos y se movían entre aspavientos, al compás de la risa...”

jueves, mayo 01, 2008

FRAGMENTO DE UNA ENTREVISTA



(…) Periodista: Bien, y ahora hablemos de su último libro…

Escritor: (Risas) Mi último libro… ¿me está dando ya por acabado, señorita? Aún pienso escribir muchos más.

P: (Risas) Usted ya me entiende. Por supuesto que escribirá muchos más. Mire, precisamente esa iba a ser la siguiente pregunta del cuestionario. ¿Hasta cuándo piensa seguir escribiendo?

E: ¿Escribiendo o publicando? Vayamos por partes. Empezaré por responder a la segunda cuestión. Estaré al pie del cañón hasta que mi cuerpo de ochenta y cinco años aguante. Es cierto que ya soy un viejo –ahora se utilizan mucho los eufemismos tontos en lugar de llamar a las cosas por su nombre, que si tercera edad, que si persona mayor, que si… ¡viejo, eso es lo que soy!-, pero mientras tenga alma y algo que expresar de ella, estaré vivo. Cuando editores, lectores o medios se empeñen en lo contrario, dejaré de publicar, eso es todo, pero no de escribir. Entiende el matiz ¿verdad?

P: Sí, pero volviendo a su libro actual… no osaré decir el último, se lo prometo (risas)… cuéntenos más cosas.

E: Es un proyecto en el que llevaba trabajando mucho tiempo, pero si le digo la verdad, es el libro que menos esfuerzo me ha costado sacar adelante. Ha salido solo. Es una serie de conversaciones y entrevistas que mantengo desde hace varios años con la Muerte.

P: ¡Caramba!

E: Sí, sí… no se asuste. Hablo a menudo con ella, sé cómo piensa, de hecho me visita con frecuencia, pero gracias a Dios –o a mi buena salud- tras la visita se larga y de momento nunca me ha dado problemas. Malo será el día en que nos quedemos los dos a solas, frente a frente, y no sepamos qué decirnos. Me temo que no podré resistirme a su encanto e iré tras ella (sonríe con tristeza)

P: Me está poniendo los pelos de punta, mire… mire mi brazo.

E: (Risas) Pues no era mi intención, ya ve.

P: ¿Me está diciendo que no teme a la muerte?

E: Más respeto, por favor, en adelante, cuando hable de la Muerte en mi presencia, lo haga con M mayúscula. ¿Temerle? Qué tontería… Intento no pensar demasiado en ella, como le decía antes, aún tengo muchos libros que escribir. Pero su presencia es ineludible, la vida es evitable y uno puede ponerle fin cuando lo desee, la Muerte no. Por eso es más importante y más intensa que la propia vida, lo que ocurre es que nos resistimos a aceptarlo.

P: ¿Qué más puede contarnos de su libro? Ande, anímeme a comprarlo…

E: Pues verá, esto que le voy a decir ahora dudo mucho que le guste a mi editor, pero como comprenderá ya tengo edad suficiente para haber sabido cómo ganarme la vida hasta ahora, no le debo nada a nadie y no estoy en circunstancias de perder el tiempo haciéndole la rosca a ninguna editorial. Prácticamente me da igual vender que no vender, no estoy empezando mi carrera y no me importaría en absoluto que no saliera adelante ni un solo ejemplar de este libro. Es muy personal, forma parte de la parcela más privada e intrínseca de mi vida, y no estoy muy seguro, tras haber sido publicado, de querer que todo este material vea la luz.

P: Le felicito. Además de buen escritor es usted todo un experto en marketing. Esto que ha dicho es justamente el mejor reclamo para su libro, debería expresarlo así en su campaña publicitaria.

E: Me va a hacer sonrojar… (Risas)

P: Y dígame, en esas charlas que ha mantenido con la Muerte, supongo que ella ha pasado de ser un concepto puramente abstracto a ser una idea más o menos física ¿no? Pues bien… ¿Podría adelantarnos qué aspecto tiene para usted?

E: Uyyy… amiga, usted quiere que le revele lo más interesante de mi novela (risas). Depende… la Muerte cada vez que se presenta tiene un aspecto diferente. Cuando se trata de alguien joven, sano, feliz, que lo tiene todo y que no está solo, ofrece una apariencia realmente nauseabunda, es como una vieja desdentada y aguardentosa que produce asco y de la que se huye como de la peste. Si hace acto de presencia ante un viejo ya cansado de vivir, un enfermo terminal deshecho de dolores o alguien que se siente infeliz y solitario, puede resultar de lo más atractiva. Viene envuelta en terciopelo o seda negra, majestuosa, seductora, arrebatadora. Fíjese hasta que punto lo será, que no ha habido ni habrá nadie que se le resista… Como que nos lleva a todos por la calle de la amargura, ya ve.

P: Dicho así… (…)


Cuando minutos más tarde terminó su última entrevista, el viejo escritor bajó la tapa del portátil, cerró los ojos y, con la hermosa periodista acurrucada entre sus brazos, vestida de riguroso luto, se quedó profundamente dormido poniendo así punto y final a su libro.