domingo, diciembre 31, 2006

BABEL


Día 31 de diciembre. Prisas por atender esas llamadas telefónicas de última hora, SMS, e-mail, los preparativos de la cena, alguna compra pendiente... y un inexplicable estado de ansiedad que una servidora trata de mitigar yéndose a ver un estreno cinematográfico en la primera sesión de la tarde. Fui con Lucía, mi soli-primogénita, -la mejor compañía para ver cine, además de entendida, objetiva y mejor crítica- y vimos Babel, la última de Alejandro González de Iñárritu, el film que cierra una trilogía junto a Amores Perros y 21 Gramos.

El estado de ansiedad antes mencionado creo que era del todo cierto, pues los espectadores, hasta que se acoplaron -silenciosos- a ver la película, parecían inquietos, moviéndose mucho en los asientos igual que si tuvieran azogue en el cuerpo. Se apagaron las luces y empezó la proyección. Como ya nos tiene acostumbrados, Iñárritu no defraudó. Técnicamente pienso que es la mejor película de las tres, la más cara y la que ha contado con mejores medios. Su director y guionista en este proyecto se muestra más cuajado como técnico, y el guión, como en los casos anteriores, es un puñetazo en plena boca del estómago. Impactante la secuencia de cómo vive una chica sordomuda -desde sus propias entrañas- una sesión discotequera. El azar, el cúmulo de fatalidades, los perdedores... una música bien elegida y una excelente fotografía, hacen de Babel una película imprescindible esta temporada.

No os la perdáis y ¡ feliz año nuevo a todos-as, caramba!

miércoles, diciembre 27, 2006

LA MANCHA

Al principio tengo que reconocer que me sedujo. Me sentí fascinada por su porte elegante, por su forma altiva de caminar y por su pelo negro y brillante como azabache.

Pasados unos días me lo volví a encontrar de nuevo pero esta vez en otras circunstancias. Cuando le vi y supe que era él, no pude evitar rendirme a la emoción y a la pena. Me conmoví ante su presencia. Más que dolor transmitía calma y quietud y me dio la triste impresión que el sufrimiento y él ya eran viejos conocidos, antiguos compañeros de viaje de esos que, siguiendo el mismo periplo, van dando tumbos por caminos paralelos sin perderse de vista, pero siempre eludiendo hacer causa común en el trayecto.
Me pareció que aún respiraba... despaciosamente eso sí. Tal vez la causa fuera el viento, pero yo hubiese jurado ante un Tribunal que su pelo emanaba vida y que su pecho oscilaba acompasadamente arriba y abajo, un, dos...arriba y abajo...
Mi respeto y admiración iniciales fueron transformándose poco a poco en otro sentimiento alternativo, sobre todo a medida que pasaban los días y yo seguía viéndole en el mismo lugar pero en peor situación, a merced de la arbitrariedad ó despiste de cualquier mortal, y sobre todo...a medida que su interior se ponía más de manifiesto ante mis ojos. Fue entonces cuando empezó a aflorar en mí algo más parecido a la grima, al agobio ó al hastío, que a la propia conmiseración...Sus entresijos antes misteriosos e inexpugnables, ahora se presentaban insolentes ante mis ojos procurándome una tibia pero incómoda sensación de repulsa. La simple idea de pensar en el más leve contacto físico con él, me hacía estremecer – y no de gozo precisamente- produciéndome una intensa vaharada de calor.

Volví a verle un par de semanas más tarde. Su estado físico me pareció sencillamente lamentable y así se lo hice saber. Me aparté prudencialmente de su lado dando un rodeo sin paliativos. Arrugué la nariz, olía mal, decididamente mal, y de un manotazo espanté una mosca pertinaz que amenazaba con posárseme encima. Llegado este punto confieso abiertamente que yo ya era incapaz de albergar sobre él cualquier otro tipo de sentimiento distinto a la aversión.

Ha transcurrido apenas un mes desde la última vez que le vi. Hoy al pasar junto a su lado no he sentido nada más que indiferencia. Una absoluta y total indiferencia. Tanta, que me ha dado hasta miedo.
El pobre gato negro ya no es más que una huella oscura sobre el pavimento. Podría pasar perfectamente por ser una mancha de alquitrán o, peor aún, uno de esos crueles tatuajes zoomorfos con los que nos sorprende nuestro gore y satánico asfalto de cada día.
Una leve sacudida ha recorrido mi espalda de sólo pensar que a veces los humanos logramos hacer vívida y real esa misma escala de emociones en el corazón de otros individuos, pasando olímpicamente de la seducción al hastío, del entusiasmo a la indiferencia...hasta llegar a convertirnos para ellos en una mancha sobre el asfalto. Y lo que es peor, estando vivos aún.

sábado, diciembre 23, 2006

Y HOY...EAU DE GAÑÁN

La verdad es que, para ser justa, debería matizar el artículo de ayer. Porque Vds. se dirán: "También anuncian un montón de colonias en francés y con eso no te has metido".
Aaaaa...migos, es que han de saber que ahí reside mi taloncito de Aquiles. Sin decir que tenga nada personal contra el idioma inglés ni los ingleses -aquello de Trafalgar ya es pecata minuta como quien dice y está olvidado, pelillos a la mar...-, lo cierto es que una servidora no es capaz de resistirse al encanto y al hechizo de cualquier cosa que le venga susurrada al oido si es en francés.

Cuando inventaron el idioma de l´amour, lo hicieron pensando en esas frases que te acarician el pabellon auditivo, en la sensualidad, en la sugerencia, en el chic...Decir "te quiero" en la lengua del "puturrú de fua" suena como en ningún otro idioma...Je t´aime... Mois non plus, aaah, qué bonito.

Qué mejor apoyo para un eslogan publicitario que unas cuñitas en francés. Tanto da que lo que se venda sea Colonia Yves Saint Laurent o un barril de alquitrán, un frasco de Chanel o un kilo de jurel, Eau de Nina Ricci o Agua de Chichi, una Loción de Paco Rabanne o una de Paco Gañán... da lo mismo. Como ven, la que aquí suscribe, al idioma galo toíto se lo consiente. Yo también tengo mi propia Ley del Embudo. Es más, al estar un poquito trastornada siempre lo llevo conmigo - digo el embudo-, por si acaso...

viernes, diciembre 22, 2006

EAU D´AGUANCHINGUAN...

¿Creían que me había largado sin decir adiós? Qué va, qué va. Cuando una servidora no actualiza no tiene porque ser por falta de voluntad o ideas, puede ser debido a un taimado e inoportuno síndrome febril que le tenga a una retenida en cama. Que lo sepan.

Metidos ya de lleno en plena vorágine navideña, hoy no vengo a hablarles ni de Papá Nöel, ni de los Reyes Magos ni del mazapán toledano -que está muy rico-, visto y comprobado que hay un montón de articulistas bloggeros que lo hacen mucho mejor que esta lega en casi todo.
Simplemente me gustaría pulsar su opinión acerca de ciertos anuncios televisivos de marcas de perfumes. De unos años a esta parte se ha puesto de moda anunciar las susodichas colonias con unas imágenes de fondo donde una pareja se hace arrumacos -otras veces los arrumacos se los hace uno-a en solitario-, pero en todo caso el contenido es el mismo: Cuerpazos de escándalo semidesnudos, vaporosos, frágiles, elegantes, sutiles, irreales... todos los adjetivos que Vds. quieran añadir, aliñados con una voz en "off" sugerente y sensual que dice en inglés algo así como "aguanchiguan" -y luego lo repite de nuevo-. Pero no uno ¿eh?, que hay varios, hay varios.
Y digo yo, vamos a ver, ¿no se está vendiendo el perfume en España? ¿porqué nos cuentan sus propiedades aromáticas ó seductoras en inglés? ¡Todavía quedamos seis o siete que no sabemos hablar inglés -ni ganas que tenemos de aprenderlo-!. Vds. dirán " si la envidia fuera tiña... si tú conocieras el idioma y entendieras que dicen con eso del aguanchiguan...". Puede que ahí lleven razón. Pero también he de añadir en mi descargo, que si la menda -que no tiene un pelo de tonta ni abuela- hubiera querido aprender inglés, lo hubiera hecho, ¿no he aprendido esta cosa del blog que es bien difícil? pues para que vayan viendo...
Supongo que son estrategias de mercado. Posiblemente los publicitarios piensan que, de ese modo, el frasquito de perfume resulta más sofisticado y atractivo para el oliente que si lo dicen en castellano de esta otra forma, p. ej.: "Póngase colonia Calvin Klei que verá que bien va a olei". Es posible que en este caso el perfume traiga más evocaciones aromáticas a las ovejas del tío Bernardo que a esa esencia glamourosa y refinada que tratan de colarnos. No sé, cuando lo hacen algún misterio tendrá.
Pero ahora digo yo otra cosa ¿qué pasaría si el cava lo anunciaran en catalán, las angulas en euskera o el marisco en gallego?, ¿no se estarían rasgando las vestiduras más de uno y más de dos y solicitarían el boicot para dichos productos?, piensen, piensen... Los publicitarios hacen su trabajo y lo hacen bien, pero a veces los ciudadanos aplicamos la ley del embudo según convenga.
Si esperaban que me asomara aquí para decir que detesto la navidad, siento haberles defraudado. Es cierto que no me gusta, pero de lo que estoy realmente hasta la peineta es de que nos metan el inglés con calzador. A este paso veremos a la abuela de la fabada anunciando sus alubias de este modo "guachiminí, unaitekindon chupoin, proff, proff, proff..." y ahí se las entiendan con ella. Lo que hay que aguantar con los spots... ¿qué les dije?... ya me he contaminado y empiezo a hablar inglés. No si...

viernes, diciembre 15, 2006

PASEO POR SALAMANCA


Efectivamente es lo que parece, Salamanca. Ya hay quién se me ha adelantado como cronista en otro blog para narrar lo que fue un día helador en la ciudad del Tormes. Poco más –y con menos gracia- puedo añadir.
La ciudad, hospitalaria y hermosa como siempre, ese día para variar nos recibió con gesto huraño y desapacible. Pero sólo a efectos climatológicos, pues a nivel humano Salamanca siempre será un lugar acogedor y lleno de ambiente donde nunca te vas a sentir solo.
Tras la tapita de rigor para irnos entonando llegó la visita al casco histórico y, como no podía ser menos, a la Catedral. Cuando íbamos a salir de la misma, un viento gélido con lluvia y granizo nos hizo desistir del intento. Otra vez para dentro y la Catedral que se va llenando poco a poco de gente que, sin paraguas, corre a refugiarse de la lluvia y el frío. Hasta un joven feligrés, un pequeño pomerania, tiritaba entre los brazos de su dueña y miraba confuso la elevada bóveda del edificio en un afán, sin duda, de dirimir si los arcos de crucería eran del XV, XVI o XVII... Tarea harto complicada para un lego en materia artística tanto si se es persona humana o dogo argentino, no digamos ya si se trata de un caniche, un chihuahua ó un pomerania –me imagino a mi Pachi...-

Visita obligada a la Plaza Mayor y a la fachada de la Universidad en busca y captura de la dichosa rana. De unas veces para otras a una se le olvida dónde demonios se aloja el bicho. Dicen que su hallazgo te procura novio ó un aprobado en la asignatura (¿en cuál de ellas?). Como una servidora ni estudia ni busca novio, desistió del intento y esperó tranquilamente a que alguien le pasara la información. Lo mismo que siempre hay quién está dispuesto a revelarte la identidad del asesino en la novela que estás leyendo, o si el chico se queda con la chica al final de la “peli” que piensas ir a ver, me dije “malo ha de ser que no haya algún alma caritativa que me ilumine acerca de la ubicación de ese pétreo e ilustre batracio”. Efectivamente, me hice a un lado de la plaza buscando el cobijo de una fachada y en escasos minutos conocí el emplazamiento de la ranita por boca de varias personas. Así... sin despeinarme ni rotar un solo grado mis sensibles cervicales.
Total, como quiera que las orejas se me estaban quedando como dos carámbanos, impulsivamente -sepan señores míos que una se rige la mayoría de las veces por impulsos y en el tema de las compras no iba a ser menos- irrumpí en una tienda y entre otros artículos variados adquirí una gorrita visera con un moteado similar a la piel del tigre -la mas kitsch que vi, qué quieren que les diga-. Me la calcé con etiqueta y todo. La dependienta se empeñaba en quitármela pero yo le dije “ahora que me está entrando la cabeza en calor...¡ni de coña!, y me fui con el ticket colgando, -desde que una servidora es actriz, tiene unas extravagancias...-
Remoloneando, después de un plato combinado –normalito-, un Rioja de Crianza –mejor- y chistes a los postres y el café, salimos otra vez, a por todas y afrontando el frío, a dejarnos engullir de nuevo por las empedradas calles salmantinas.
Esta vez fuimos a dar justo a las mismas fauces de la Casa Lis. Tenía yo ganas de entrar en ese sitio, pues soy una enamorada del Art Noveau y el Art Déco y nunca había tenido oportunidad de hacerlo. La verdad, me gustó. El edificio es bonito por fuera y por dentro. Alberga una interesante colección de piezas de porcelana, esmalte, bronce, vidrio, muñecas antiguas y las deliciosas criselefantinas, esas figuras exquisitas y delicadas de oro y marfil con una constante que se repite en todas ellas, el movimiento. Las pequeñas bailarinas en equilibrio, vestidas estilo charlestón, parece como si estuvieran a merced del mismo viento que por la mañana amenazó con ponernos a los pies de Su Majestad la Peña de Francia.
No se permiten cámaras fotográficas aunque no me pude resistir a la tentación de hacer una foto del interior con el móvil (esa que ven ahí), supongo que mi gorrita kitsch no le pasó inadvertida al de seguridad porque vino rápidamente a llamarme la atención- con mucha corrección, eso sí-.
A la caída de la tarde, de regreso a Pucela y, cómo no, de vuelta a casa o lo que es lo mismo, al Suco, a La Antigua, al Portón... ¡Ahhh... hogar, dulce hogar!

domingo, diciembre 10, 2006

¡¡QUIERO TENER MI PROPIO CALENDARIO!!


¿Se han dado Vds. cuenta cómo de un tiempo a esta parte, a medida que avanza el otoño, proliferan los calendarios de bomberos desnudos -por una buena causa, desde luego- más que níscalos en un pinar?. Sí, sí... en cualquier Comunidad, en cualquier municipio grande ó chico, los efectivos del cuerpo de bomberos tiran de pantalón y casaca, quedándose a culo pajarero y posando manguera en ristre, sólo cubiertos con botas y casco para solaz y disfrute de propias-os y extrañas-os.


Mi ciudad no iba a ser menos, cómo no, y también dispone de su correspondiente almanaque con esos bizarros apaga-fuegos. Una servidora en cuanto se enteró que una compañera de trabajo hacía de mediadora entre el Cuerpazo de Bomberos y el (lúbrico) Consumidor, se apresuró a adquirir dicho calendario. Hay quién pone pegas (siempre hay “pone-pegas” en todas partes) y dice que si unos están gordos, que si otros están delgados...qué vaaa...ni caso, están todos estupendos y cada uno de ellos luce espectacular con su correspondiente manguera haciendo acopio de buena voluntad, sobre todo cuando es, como en este caso, por un buen motivo, la lucha contra el Cáncer (nadie estamos libres ni del cáncer ni de los incendios).
Alentada por conocer a otros “miembros” de este insigne colectivo de bomberos navegué por Internet hasta dar con unos hermosos ejemplares oriundos de diferentes Comunidades –no se moleste nadie por el término ejemplar, que no va en tono peyorativo, digo “ejemplares” en su acepción de “muestras prototípicas o representativas”, es decir con toda mi admiración-. Contemplé cuerpos musculados de bomberos bilbaínos, catalanes, manchegos, gallegos...a cuál mejor, las cosas como son. Mi pariente me sorprendió cuando aún me hacían los ojos chiribitas ante la pantalla del ordenador. Ni él me pidió explicaciones ni yo se las di, qué quieren que les diga...Sabe de sobra que soy aficionada a esto de las ONG y que mi mirada es tan limpia como la de un bebé -¡ya!-.
Total, que entré en la página web de la Policía Municipal de Sevilla que también ha probado dicho invento y llegué a una conclusión: Si queremos reafirmar nuestro colectivo laboral, mostrarnos ante la opinión pública –aunque sea en cueros- y ya de paso reivindicar alguna mejora... ni sindicatos ni leches. Un buen calendario en pelota picada nos hace más fuertes, solidarios, comprometidos y logra en cuestión de días lo que no consigue un montón de años de trabajo oscuro y gris, es decir, proyectar nuestra imagen en la sociedad. No digamos ya, si encima contamos con el impagable apoyo mediático de un informativo en su franja de mayor audiencia.
De tal modo que en un momento de euforia, sin haber ingerido una sola gota de alcohol ni estar al borde del “Asturias patria querida”, le dije a una colega que porqué las enfermeras vallisoletanas no hacíamos lo propio dado que el colectivo médico suele ser bastante conservador y no se retira la bata, la mascarilla y el pijama ni para entrar en la ducha. ¿Qué de malo puede haber en unas fotos inocentes y bien hechas buscando nuestro lado bueno? si lo hubiere... esa es otra, a ver qué fotógrafo tiene arrestos suficientes para lograr sacar de alguna de nosotras el “lado bueno” con la mala fama que tenemos a veces las enfermeras. Mi compañera me dijo estar dispuesta. De modo que hemos encendido la mecha, ya "sólo" nos falta encontrar el mecenazgo de alguna asociación ó fundación, doce diplomadas de rechupete y, de paso, algún bombero que venga a apagarla -la mecha-. En ello estamos. Anímense los mecenas, las enfermeras de rompe y rasga y...Todo sea por una buena causa.

jueves, diciembre 07, 2006

ANÁLISIS (mediático) DEL LLANTO DEL NEONATO




El otro día escuché en un telediario una noticia que me llamó poderosamente la atención: Una australiana aseguraba ser capaz de identificar, al menos, cinco tipos de llanto diferentes en el recién nacido y de conocer la causa de dichos llantos.
“¡Caramba!”, pensé, “qué australiana más chula”. "Ningún bebé va a venir a llevarle la contraria a esta señora, entre otros motivos porque los niños de pecho no suelen llevarle la contraria a nadie –para eso son de pecho, oiga"-.
Tal vez si lo hiciera, el niño diría: -Pues no, señora, no lloro porque me duela nada, sólo lloro de la risa que me produce ver como Vds. los adultos hacen conjeturas con estos asuntos tan íntimos y personales; lloro de pena cada vez que atisbo en mi horizonte una persona mayor en las mismas condiciones que yo, o sea, sin dientes y con pañales, y pienso, "anda que tenerme que ver de esta guisa otra vez cuando tenga la edad de este andóbal, bufff" ; y lloro de miedo cuando se acerca a olisquearme el fox-terrier de mi tía Amparo -que me mira como si yo fuera una empanadilla-, a pesar de esas voces experimentadas que intentan tranquilizarme diciendo “si no hace nada, sólo quiere saludar al nene” –con las malas pulgas que se gastan los fox-terrier, ¡coño!-.

En fin, con un neonato es muy fácil ir de farol habida cuenta que no tiene criterio para llorar por un desplome de la bolsa (en todo caso lo haría por una caída de la leche); le trae al fresco quién gane o pierda la Liga o las Elecciones Autonómicas, si han subido los precios de los hidrocarburos (su carrito de paseo va a seguir funcionando por tracción animal) o si el caviar en estas fechas anda por las nubes ( a él no se lo dejan ni oler porque dicen que es pequeño, sabrán esos villanos lo que es uno...). Tampoco tiene mal de amores ni le obsesiona la subida del paro o el precio de la vivienda (su hábitat se limita a las cuatro rejas que rodean su cunita) …

Estarán Vds. de acuerdo conmigo en que sus necesidades son bastante básicas –se cuentan con los dedos de una mano-, y es una perogrullada además de una estulticia pensar que cada vagido que arranca un niño por una causa es necesariamente igual al que emite otro niño por el mismo motivo.
Eso es tanto como decir que el recién nacido carece de la personalidad necesaria para poder llorar según le salga de los mismísimos pañales, sin tener en cuenta su propia idiosincrasia.

Pero lo raro no es que una australiana elucubre con estas tonterías. Por el simple hecho de que se trate de una aborigen nacida en las antipodas tampoco vamos a limitar sus métodos de conocimiento empírico al mundo de los marsupios, sería injusto. Lo que ya me parece más extraño –y penoso-, Sres. míos, es que una noticia como ésta comparta titulares en un informativo con el proceso de paz en Euskadi -por poner un ejemplo-.

martes, diciembre 05, 2006

EN LA CONSULTA DEL DOCTOR ( 3ª y última parte)


...continuación...


El Dr. Zito leía moviendo los labios y sus ojos, tras los lentes, se paseaban de los papeles al rostro de Federico y del rostro de Federico a los papeles.
Su desazón iba creciendo por momentos al sentir sobre sí, como una losa, la inquietante mirada del enfermo. Carraspeó:
-Humm...humm...verá, parece que aquí ha habido un lamentable error. La historia que yo manejaba era la de otro paciente aquejado de un problema diferente al suyo, por cierto, de edad bastante más avanzada...-
-¡No si yo ya int...!-
- ...para que vea que yo tenía razón, esa patología es cosa de ancianos, y usted, erre que erre, empeñado en ser prostático. Si Vds., los pacientes, dejaran de molestar y hacer sugerencias desde el mismo momento en que pisan la Consulta no confundirían al médico y no pasarían estas cosas.-
- Yo desde que he entrado lo único que le he tratado de explicar...-
-Lo que le decía Adelita...-
-...y no me ha dejado...-
-... ahora no hay respeto para los médicos ni para nadie. El enfermo cree que tiene todos los derechos, trata de enredarnos para que cometamos negligencias y así después denunciarnos y sacarse una pasta gansa-

Sobreactuando, declamaba en tono solemne como si estuviera interpretando Hamlet. Llevaba las manos dentro de los bolsillos del pantalón y contemplaba con tristeza la calle desde la ventana con la mirada perdida, reflexionando en voz alta para sí mismo, como si no hubiera nadie más en la estancia.
-Pe...perdone Doctor, no lo tome así. Yo sólo quería un volante para el oculista por esto mío del estrabismo, pero si quiere lo dejamos...vamos que...me voy si eso...-
Federico, bizqueando más que nunca, se sentía abochornado y culpable.

La enfermera permanecía sentada sobre el sillón del médico, y tras limarse las uñas se disponía a aplicarles una laca de un rutilante fucsia. Asentía con la cabeza a la vez que el Dr. Zito desgranaba toda la sarta de lamentaciones:
-Es más, Federico, si me apura un poco creo que debería denunciarle por poner en duda mi profesionalidad al asegurarle que su próstata está perfecta y usted empeñarse en afirmar que la tiene hecha polvo. Pero ya ve, ha dado con un hombre íntegro y honesto que solo desea el bien del enfermo-

Sonó un ¡plopp!, los dos hombres miraron en la misma dirección. Era Adelita que acababa de explotar una gran pompa de chicle y se le había quedado adherida en torno a la boca y la nariz.

(Federico afligidísimo)
- Tiene razón Dr. Zito ¿cómo habré podido ser tan desconsiderado?, si además me viene muy bien una revisión de esa zona ¡anda que no me voy yo poco contento sabiendo que estoy estupendo de la próstata! por lo del estrabismo ni se preocupe, hay veces que ni me lo notan...-
-Bueeeeno, bueno, tampoco hay que exagerar... está usted bizco, pero bizco de narices, ¡vamos que me está poniendo nervioso todo el tiempo porque no sé dónde mirar!, ¡¡Adelitaaaa!!. venga, déjese de manicuras y rellénele a este pobre hombre un volante para el Oftalmólogo-
La profesional protestó airada mientras se soplaba las uñas y agitaba las manos haciendo tintinear las pulseras:
-¿No ve que ahora no puedo escribir?-
-No, si tendré que hacerlo todo yo...-
Buscando el bolígrafo sobre la mesa empezaron a volar revistas, un espejo, un donut reseco, volantes de análisis llenos de manchas de grasa...
-Humm...¿lleva usted bolígrafo a mano, Federico? aquí nunca hay de nada-
Lanzó una mirada asesina a la enfermera que ahora, obviándole por completo, se aplicaba eye-liner en el párpado superior ante un espejo que había en la pared.
Solícito, Federico le tendió un rotulador de punta fina.
-¿No tiene otra cosa, hombre? Esto no sirve porque no calca, ¿no ve que no calca? y...y...no me mire así...-
-Pu...pues sólo he traído esto-.
El paciente bajó la vista avergonzado, sabiendo que el nerviosismo incrementaba la divergencia de su mirada y tartamudeaba al hablar.
-Mire, pues vamos a hacer una cosa. Como ya sabemos que está usted bien de la próstata, dejamos por hoy el asuntillo de los ojos y vuelve por aquí otro día a pedir consulta ó lo que quiera, pero ¡¡tráigase un bolígrafo en condiciones y folios limpios!! que así no se puede trabajar, hombre por Dios...luego dicen-

El enfermo, libre al fin, abandonó la consulta corriendo. A medida que se alejaba por el pasillo volvía la vista hacia atrás (con un solo ojo porque el otro miraba al frente) presa del pánico como si hubiera despertado de una pesadilla. Desde lo lejos, llegaban hasta sus oídos las voces de Zito y Adelita interpretando a dúo un aria de Madame Butterfly.



FIN

EN LA CONSULTA DEL DOCTOR ( 2ª Parte )

....continuación...


Acalló sus protestas cuando sintió bruscamente que un dedo gordezuelo se instalaba en su interior al tiempo que la enfermera, desarrollando una inusitada potencia de luchador de Sumo, le obligaba a inclinarse hacia abajo apoyando ambas manos con fuerza sobre su espalda.
Sometido, sin decir ni pío, aguantó estoicamente el asalto del Dr. Zito hasta que éste, con gesto triunfal, se arrancó los guantes:
-No tiene usted absolutamente nada, todo en orden-
Adelita desde la mesa escritorio hacía señas al doctor agitando un papel en la mano, pero él no se daba por aludido.
-Ya sé que AHÍ no tengo nada- dijo Federico con retintín.
-Ustedes los pacientes lo saben todo. A este paso no sé para que vamos a servir los médicos, supongo que para recetarles lo que nos pidan-
La enfermera seguía haciendo gestos y muecas tratando de llamar la atención del galeno. Él, como si nada, continuó con la perorata:
-Vamos a ver ¿usted orina muchas veces en poca cantidad y aún se queda con ganas al terminar?¿si ó no?-
-Pues no, orino muy bien ¿y usted?- Federico respondió con aspereza, mientras se metía los faldones de la camisa dentro del pantalón, se atusaba el cabello y colocaba las gafas en un vano intento de recomponer su maltrecha figura.
El Dr. Zito, algo turbado por su mirada, no quiso entrar a la provocación aunque en su cara se traslucía el enfado por lo que consideraba una insolencia.
Adelita junto al doctor sostenía unos papeles entre las manos. Sus mandíbulas, arriba y abajo, hacían añicos un chicle.
-Mire Federico, yo no le he llamado para que venga a mi Consulta, de modo que si no está de acuerdo con mi forma de trabajar puede acudir a Atención al Paciente y...-
Sintió que un codo fino y puntiagudo se le clavaba como un cuchillo dentro del costado, era el codo de la enfermera.
-..exponer una queja ó pedir cambio de médico, lo que considere más... ¡¡ay, Adeliiita!! ¿qué hace?-
El facultativo levantó el pie del suelo al sentir que se lo taladraban con una broca del seis. Se contuvo para no lanzar un exabrupto al comprobar que era “ella” la que le había pisado deliberadamente con su tacón de aguja. Sin más contemplaciones le colocó bruscamente ante sus narices los papeles que tenía en la mano.


...continuará mañana...

lunes, diciembre 04, 2006

EN LA CONSULTA DEL DOCTOR (1ª Parte)



Federico entró en la consulta del medico y tomó asiento. El Doctor tenía junto a su mesa un montón de Historias Clínicas. Cogió uno de los sobres casi al azar y lo puso encima sacando la documentación que contenía en su interior.
El Doctor Zito se daba un aire a ese tipo que sale en los libros, Einstein creo que se llama. Tenía el cabello canoso y alborotado, unos gruesos bigotes de morsa y un aura despistado y nervioso que le procuraba un lamentable aspecto de chiflado.
La mesa estaba revuelta, llena de papeles y, sin disimulos, se veía sobre ella un diario deportivo y una revista de actualidad.

La enfermera que le ayudaba a pasar Consulta era una mujer menuda de aspecto vivaracho. Lucía unas vistosas gafas en forma de corazón. Su bata desabrochada, de un blanco inmaculado, permitía ver un modelo de falda tubo años 50 y una breve pero firme delantera. Adelita, además, era dueña de unas piernas bien torneadas que cubría con sexy medias negras con costura. Parecía una Bettie Page, pero a medio camino entre el pin-up y lo sanitario.
Sostenía en sus manos una revista del corazón, aunque en realidad ocultaba dentro del cajón La Crítica de la Razón Pura de Kant. Simplemente para no provocar desasosiego en los pacientes y otorgar aspecto de “normalidad” a la consulta.

El Doctor Zito examinó la Hª Clínica. Federico, nervioso, tamborileaba los dedos sobre la superficie brillante de la mesa. Miraba a través de sus gafas de montura metálica con gesto desconfiado y... ambiguo, muy ambiguo. Cortésmente esperaba que el Doctor pronunciara la primera palabra. El médico, antes de hablar, movió negativamente la cabeza:

-Es usted muy joven para este tipo de patologías, suelen aparecer en edades más avanzadas-
-Pues yo lo tengo desde que nací, ya ve-
-Eso lo dirá usted, no creo que se lo haya confirmado ningún médico, ¿me equivoco?-
El doctor sonrió con autosuficiencia.
-No sé, pero recuerdo que desde bien pequeñín ya me llevaba mi madre a Consulta por este mismo problema-
-Bueno, bueno. Póngase ahí junto a esa camilla, descúbrase de cintura para abajo y apoye los codos sobre ella de espaldas hacia mí-
Lo dijo sin mirar al paciente, como si se sintiera cohibido en su presencia sin saber muy bien porqué.
-¿Cómo? si yo no...-
-Venga, es solo un momento y no le va a doler-.
-Pero si yo no vengo a...
-Qué mala costumbre tienen los pacientes de decirle al médico lo que ha de hacer-
Miró a Adelita al tiempo que hacía la observación, evitando dirigirse a Federico en todo momento, tal y como si no estuviera presente.
-Vamos a ver, relájese-
Federico de reojo vio que el médico se calzaba unos guantes de látex y se embadurnaba los dedos con un pelotón de vaselina.
-Pero es que...esto es un error...mi...mire usted-



... mañana continuará.

sábado, diciembre 02, 2006

ACOSADO

El pulso le latía muy rápido, tal vez demasiado. Tuvo que bajar el cristal de la ventanilla porque se sentía asfixiar dentro del coche. Notaba cómo el sudor chorreaba por su espalda y le iba empapando la ropa. Molesto, se ahuecó el cuello de la camisa. Dio un tirón seco y rodeó su cuerpo con el cinturón de seguridad. De la fuerza que hizo al traccionar, la cinta de tela quedó bloqueada, “no me faltaba más ahora que me pillaran sin el cinto”.
Los treinta minutos más estresantes que recordaba de los últimos tiempos, los llevaba navegando, perdido y a la deriva, por las calles de la ciudad, a bordo de un viejo coche tuneado y en medio de una palpitante oscuridad tapizada de neones y faros de vehículos.
Desde que abordó a punta de navaja a ese tipo a la puerta del cajero y le pilló los cien euros que llevaba encima, había emprendido un viaje iniciático hacia las mismas entrañas del infierno. Montó en el destartalado vehículo que le esperaba en marcha junto al cajero, arrancó haciendo chirriar sus ruedas y, a ritmo de reggaeton, aceleró dejando sobre la acera a un confuso y asustado viandante que, a voces, pedía ayuda a través de un móvil. A los cinco minutos exactos tenía tras de sí un monstruo de grandes ojos anaranjados que le seguía sin pestañear, echándole todo su aliento sobre el cogote. El tenaz acosador emitía unos alaridos espantosos y, sobre su cabeza, llevaba una especie de antorchas que daban vueltas y más vueltas, emitiendo destellos luminosos.
Se saltó semáforos en rojo, esquivó personas, motos, autobuses, frenó, aceleró, trató de dar esquinazo al monstruo... fue inútil. Todo le daba vueltas como si estuviera sobre un tiovivo y sentía un desagradable zumbido dentro de sus oídos. Se apartó bruscamente a un lado de la calzada y sostuvo su cabeza, que estaba a punto de estallar, entre ambas manos.
Con sorpresa y de refilón vio que ¿¡¿LA AMBULANCIA?!? que venía detrás, no sólo no se detenía sino que le sobrepasaba, y hasta pudo percibir la mirada furibunda de un sanitario que le increpaba desde su interior: “¡¡¡Ya era hora de que nos dejaras pasar, cabrón!!!.