martes, noviembre 28, 2006

MASCOTAS...




El mundo de las mascotas es la mar de curioso y pintoresco. Cuando tienes animalitos domésticos desarrollas cierta capacidad de observación que te lleva a estudiar sus reacciones con detenimiento y...¿qué ves?. Pues que no son tan diferentes a nosotros como pensamos. Por ejemplo, una servidora tiene un perro y una gata. Pues bien:

El perro se llama Paquito ( Patxi cuando utilizamos el euskera que es casi nunca, entre otras cosas porque en esta casa, al ser oriundos de La Tierra de Campos, lo controlamos poco). ¿Lo ven?, simplemente por el nombre de pila ya se asemeja al vecino del séptimo. También usa barbas y bigote como él -y como su señora-. Al ser un mestizo cruzado entre Chihuahua y Pomerania es pequeñín y tiene las patitas cortas –igual que el del séptimo ¡lo mismo!, bueno... en lo del mestizaje no sé si coinciden, a Paco el vecino yo le veo más Chihuahua que otra cosa, por sus orejas ¿saben? las tiene enormes...- Mi perro por la noche, cuando se acuesta en su camita, vuelve hacia la pared la abertura que hace de puerta para que nadie le moleste cuando duerme -a mi me ha confesado “la Loli”, la del bigote para entendernos, que su marido hace igual, en cuanto cae en la cama es como una marmota, vamos... y hablando lo que es en “plan felino”, dice que se vuelve hacia la pared enroscado como un gato, ronca como un león pero que de “saltos de tigre” nastis de plastis, ya ven, quién lo iba a decir-.

La gata se llama Missi – a “la Loli” su marido le llama “Churri”-, es una tipa de rompe y rasga, morenaza, tiene unos enormes y expresivos ojos de color ambarino y se contonea lascivamente al caminar. Es más alta y más flamenca que el chucho (parece un Sargento Semana y al pobre le trae por la calle de la Amargura) -¡¡es la Loli!!. Está en celo la mayoría de las veces aunque Paquito pasa de ella –igualito que el Paco con la Churri-. Hemos observado que la vuelven loca los bomberos -maúlla melosa cuando ve que salen por televisión, pero bueno...eso no tiene nada de particular, también le sucede a la Loli...y aquí a la menda-. Finalmente, añadir que es la que lleva los pantalones y hace de portera controlando cada vez que sale el chucho de la habitación. Si tiene el día bueno, da un salto limpio, se sube al sofá, tracciona hacia abajo la manilla de la puerta y el perro sale; de lo contrario, se jode y se aguanta –como el Paco-.

En fin, como ven, los bichos no pueden ser más parecidos a nosotros. A veces, cuando están solos en la habitación, juraría que les oigo reñir acaloradamente y mencionan la palabra divorcio mientras se pelean por los utensilios de comer, el pienso y la cama-nido. Son exactos

lunes, noviembre 27, 2006

DUDA EXISTENCIAL APLICADA A LA MINIFALDA

Dudé bastante antes de plantarme la minifalda y salir a la calle: “¿Me quedará bien?, ¿no estaré talludita para llevar una “mini”?, ¿acaso tengo piernas para poder lucir?, no sé, como hace tanto tiempo que no me las veo... Siempre van ocultas bajo los pantalones, luego es posible que se me hayan gastado y ya no las tenga, tal vez ahora funciono a ruedas, a motor, ó ...¡¡ a pilas !!. Vaya Vd. a saber”.
Cuando me desenfundé los vaqueros vi con asombro y agrado que, no sólo tenía pantorrillas, además tenía muslos...¡¿¡dos!?!, “qué bueno” pensé mientras me los palpaba aún algo escéptica. Busqué en el cajoncito de la mesilla de noche un par de medias -qué problema-. “Y ahora ¿cuál me pongo?, ¿las negras y tupidas ó las caladas que son más atrevidas?, ¡¡cielos!!, ¿porqué ha de ser tan difícil la existencia? siempre teniendo que elegir: Falda-pantalón, manga larga-manga corta, bota alta ó botín, braga-tanga... Esto SÍ son problemas, Sres., no la inflación ó si hay cabezas nucleares en Irán, en Corea ó en Albacete, ¿puede haber un conflicto mayor para una mujer -¡¡no digamos para un caballero!!- que decidir en sólo media hora qué par de medias combinan bien con una minifalda?. Humm...ya quisiera yo ver a muchos políticos ante un trance de ese calibre”.
Al final opté por las de rejilla. Me puse la falda y las botas y me eché a la calle.
Titubeante salí del portal. Al principio caminaba encogida, encorvada, con la vista puesta en mis rodillas y la porción de muslo que asomaba bajo la falda. Junto a un semáforo, el joven conductor de un coche que estaba parado me sonrió. Era una sonrisa de aprobación, hasta me pareció que el chico mostraba su beneplácito moviendo la cabeza arriba y abajo, igual que esos perros horteras y sedentes que se ponían antiguamente en la bandeja trasera de los automóviles. El coche arrancó llevándose consigo a mi benefactor. Tuve un fallo, no le correspondí con otra sonrisa. A veces está una realmente torpe. Mi autoestima se vio incrementada considerablemente. Qué les voy a contar, sufridos lectores, que no se imaginen a estas alturas. Saqué pecho –ya sé... ya sé que poco, no se pongan quisquillosos-, erguí mi descompuesta figura y empecé a escuchar una música de fondo, creo que el Fallin de Alicia Keys para ser más exactos. Pisando fuerte con arrogancia y desafío, miré disimuladamente mi reflejo en la luna de un escaparate mientras interiormente me repetía: “Estoy buenilla, estoy buenilla, estoy buenilla...”.
Mi momento de gloria duró cinco minutos exactos que fueron los que tardé en llegar al trabajo y embutirme en el traje de faena. Hay que ver qué poco dura la dicha en la casa del pobre –y en la de las “buenas”-.


viernes, noviembre 24, 2006

GLAMOUR



Glamour. Mágica palabra evocadora de mil y una sensaciones que van del perfume caro a la copa de champán, pasando por el deportivo y el tacón de aguja. Al parecer es sinónimo de elegancia, encanto, atractivo, seducción y hechizo. Pero tengo la sensación que está íntimamente ligada al lujo y la distinción en el vestir, aparte de hacer alusión al talante y la personalidad arrolladoras de la persona glamourosa, aspectos por demás incuestionables para no caer en la vulgaridad –"mulos con arneses de caballo" como dijera la buena Mammi ¿recuerdan?, la leal sirvienta de Escarlata, esa especie de conciencia metidita en carnes que siempre ponía en solfa y los puntos sobre las íes a su veleidosa ama-.
Porque decir glamour no es lo mismo que decir elegancia, no nos engañemos. La elegancia es contención, mesura, es “no llegar”, es...quedarse siempre un poquito corta: De perfume, de joyas, de maquillaje, etc. Elegancia es, casi, casi, si me apuran, pasar desapercibida. El glamour no. Cuando decides ponerte de ese modo lo haces para que te miren y no poco, reconócelo. Además de elegancia, el concepto "glamour" contiene una ensayada mezcla de picardía y sensualidad – resultar un poco sexy es condición sinequanon -; unas leves gotitas de insinuación; un halo de tenue provocación; es seducirles a ellos y, subliminalmente, hacerles reventar de envidia a ellas; es, conseguir -sin pretenderlo, faltaría más- que cuando llegas a una fiesta, a los hombres que habitualmente tienen contigo un trato fraterno se les dibuje en el rostro el gusto por el incesto, y a las mujeres que “tenían” contigo un trato fraterno les entren unos irreprimibles deseos de convertirse en las hermanas de Cenicienta, de trocar tu Jaguar en ratón y tu modelo de Valentino en un básico de Carrefour. Y claro, tú eso lo notas enseguida, a tí no te la dan... no hay más que ver las miraditas de reojo de los unos y las otras. Por que en el fondo lo que buscas a través de dicha estética es eso, una sutil y controlada perversión. Sin ir más lejos, yo cuando me calzo el tacón de aguja de la foto, piso de otra manera. Sí, sí... han de saber Vds. que con ellos no sólo me aúpo diez cms. en términos reales, sino que aumento varios metros de autoestima hasta llegar a tocar, a veces, el cielo con los dedos.
Una señora-señora -en el más amplio sentido de la palabra-, aunque vista de Buerberrys, lleve botas de montar y se coloque una camisa de lino -sabiamente desabrochada-, ó una simple camiseta de algodón -sabiamente ajustada- no es tan inocente como pueda parecer a primera vista. Su puesta en escena no es casual. Está tan estudiada y elaborada como la cresta de un punky, (que tampoco es casual, damas y caballeros) se lo digo yo. Créanme, al levantarnos de la cama nadie lo hacemos con el glamour puesto ni la cresta repeinada. Salvo los gallos.

miércoles, noviembre 22, 2006

LA GIOCONDA ( Versión Curcubitácea)

La Curcubita Máxima Duchesne sonríe. Siempre sonríe. Tiene un gesto enigmático y melancólico aún no descifrado, en su semblante ambiguo e indefinido. Ignoramos si se trata de un rostro adolescente, femenino ó andrógino. Tampoco sabemos si es una variedad de Curcubita Moschata Duchesne, de Berincasa Híspida ó de Shintosa. Entre otras cosas, porque la mayoría de los mortales puede que entendamos de fútbol, caballos, coleópteros, física cuantíca ó logaritmos, pero somos unos ignorantes en lo relativo a calabazas.
Sus rasgos están levemente difuminados, como si al cultivo de dicha herbácea se le hubiera aplicado en un momento dado la técnica del “sfumato”. Un esotérico diría que tras ella se abren dos vías: La “vía húmeda” ó nirvánica (de regadío) rica en silicatos y bien drenada, que es la que nos lleva hasta el Nirvana; y la “vía seca” ( de secano) que nos lleva hasta el mismo bosque de la alquimia.
Monna Lisa, la gran Gioconda de las curcubitáceas nos ilumina desde su cabezota, esa magna testa de hasta 30 kilos de peso, con una mueca entre meliflua y natural, pícara e ingenua, libre y contenida, a ratos fatal y a ratos sublime, pero siempre exenta de cualquier vestigio de coquetería, erotismo ó voluptuosidad.
En realidad ¿en qué piensa la calabaza?, ¿en el estudiante haragán y fracasado?, ¿en ese ademán lleno de desdén y arrogancia que va directo al corazón del pretendiente?. Humm...misterio. Hay un misterio insondable en su interior, pero eso sí, bien provisto de glucosa, betacaroteno y cabello de ángel.

martes, noviembre 21, 2006

ME GUSTA VERSUS NO ME GUSTA (o la maldición del cristal)



Ya amenacé ayer con ello -y no me digan que no-. Hoy toca el apartado de los “No me gusta”. Resulta chocante cómo a través de un listado de cosas, algunas de ellas afines pero otras inconexas entre sí, se puede llegar a conocer la personalidad de alguien. Ver si somos pasionales, tranquilos, cultos, analíticos, sintéticos, grado de madurez, etc, etc.
Después de leer mis propios listados yo no sé si me conozco más, la verdad, pues a ese respecto ando un poco perdida. Es lo mismo que cuando te contemplas en un cristal y ves tu reflejo, por mucho que mires nunca distingues tus rasgos con precisión y siempre te vas a quedar con las ganas de saber si se te ha corrido el rimmel ó no.

NO ME GUSTA:

La carne. “Ciertas” películas comerciales, generalmente americanas. Sudar. Todos los topicazos que se dicen en estos casos pero que además son ciertos: La violencia, los dictadores, el terrorismo, las guerras, la prepotencia, los perdonavidas, etc., etc. Comer mucho. Dormir mucho. Darme cuenta a toro pasado que tenía que haber revisado y corregido más ese texto escrito y enviado “a la remanguillé” porque podía haberlo hecho mejor, y yo lo sé, pero los demás no. Limpiar el polvo. Que me incordien con preguntas u observaciones tontas cuando estoy en trance, pensando. Sentirme miserable después de responder de malos modos a alguien a quién quiero. El calor. Los viajes largos en coche. La leche sola. Ciertas músicas ó lecturas que intento soportar lo mejor posible porque aún detesto más la intransigencia. Cuando hay una reunión importante para tratar de solucionar algo, que la gente se disperse y pierda el tiempo en asuntos irrelevantes. El cotilleo. Vestirme de señora mayor Las escenas violentas en general y de maltrato a los bichos en particular. El fútbol, más que el fútbol ciertos aficionados extremos y malencarados. Que se juzgue a las personas por pertenecer a determinadas etnias ó países de origen. La típica frase “tantos extranjeros...nos van a invadir” me harta, de hecho ya estamos invadidos, pero de tontos y egoístas. Los radicalismos, “ a ese le cogía yo de no sé dónde...”. La incomunicación, y que por su culpa no se arreglen problemas que podían tener solución. Que me hostiguen y metan prisa. Las persona plañideras. Los tristes que me bajan la moral a los pies. Los envidiosos. Los chándal. Que me llamen señora en la fila del autobús -¿qué passssa, que no tienen ojos para ver que una es todavía adolescente?-. Esperar en una fila ó en una tienda a que me llegue el turno. Restar...

Rastreando las huellas de las pisadas de todo aquello apetecible ó detestable, a veces descubrimos que dentro de nosotros se esconde un dinosaurio -ó un ratón-, vaya usted a saber. Miedo me da averiguarlo.


lunes, noviembre 20, 2006

TERAPIA MENTAL A TRAVÉS DEL OuLiPo

La primera propuesta a realizar en el nuevo Taller de Relato que estoy iniciando estos días es la Presentación. Una especie de autorretrato basado en el Movimiento OuLiPo. La tarea consiste en enumerar por un lado las cosas que me gustan y por otro lado las que no me gustan. Parece ser que dicho recurso, aplicado a la Creación literaria, resulta además altamente beneficioso para nuestra, ya de por sí, depauperada sesera. Eso de apoyar los codos sobre la mesa, ponerse en trance como si uno estuviese convocando al espíritu de Alí –Baba y los cuarenta ladrones – juntos-, y tirar de la manta de las ideaciones positivas ó negativas que vayan acudiendo en peregrinación a la propia psique, como si ésta fuera la Catedral de Santiago en pleno jubileo, debe ser por lo visto una cosa sanísima. Vamos, que sueltas lastre patafísico y te quedas...lo que se dice “hueco”, como un reloj. Una servidora es disciplinada, por lo que empecé el ejercicio justo por donde me mandaron, es decir, por los ME GUSTA. Al principio dudaba que me salieran -a bote pronto- más allá de media docena, pero llega un momento que no hay quien te pare, qué vicio...Hagan, hagan la prueba y ya verán.

ME GUSTA:
Los garbanzos. El arroz. El pescado. El cine de autor. Sabina. El teatro. Lo que el viento se llevó. Escarlata O´Hara y demás heroínas de ficción apasionadas y apasionantes –Bovary, Ozores, Raquîn, etc.-, cuya gesta más conocida fue enamorarse perdidamente de la persona no adecuada, Dios nos pille confesados. La cerveza de trigo. Mirarme en el espejo y encontrarme bien. Leer –Proust, Wolf, Galdós, Benedetti...- Conocer lugares. Resultar sexy. Mi perro. Mi gata...todos los bichos. Ver feliz a mi hija. Que no me importe pedir perdón y humillarme ante alguien a quién quiero. Ir de tapeo con los amigos. Tomar el sol en la terraza con los ojos cerrados escuchando una romántica canción, y sentir el sabor salado de una lagrimita que se desliza por mi cara. Escribir. Ahora, el ordenador. Hacer presentaciones de powerpoint con fotos divertidas de amigos, enviarlas y después reírnos todos juntos con ellas. Mi blog. La Filosofía. Las personas “raritas” que chocan frontalmente contra todo el mundo –Jaimito contra todos-, pero que tienen un corazón de oro y muchas cosas que contar y transmitir a los demás. Los morenos de ojos grandes y negros. La gente positiva que me hace reír. Las escenas eróticas –bien traídas- en el cine. Bailar –cualquier cosa-. Cantar. Interpretar. Mirar y que me miren a los ojos. Que me lean. Los vaqueros ceñidos. Estar delgada. Barcelona, S. Sebastián y Zaragoza, por ese orden. Mi barrio, mi Grupo de Teatro, toda mi gente. El buen rollito con la juventud. Los canapés del Solera y el cafelito del Minuto – y si puede ser en buena compañía, mejor-. Votar a las izquierdas. La demagogia, aunque es una forma como otra cualquiera de radicalizar a las masas, a veces se despiertan ciertos espíritus que están adormecidos. Coquetear y flirtear “sanamente”. Usar tacones altos. Llevar el pelo corto. Un buen conversador logra llevarme -también “sanamente”- al huerto. Sumar...

Mañana, si se portan bien y me leen de nuevo, les contaré los NO ME GUSTA. Por lo pronto, tienen razón patafísicos, dadaístas, surrealistas y OuLiPos, ya voy notando mi mente mucho más despierta y despejada, ¡dónde va a parar...!

viernes, noviembre 17, 2006

¡QUIERO SER UN MEJILLÓN!




Efectivamente. Me gustaría ser una “molusca” –aunque fuese comestible- para cerrar las valvas y dejar con un palmo de narices a más de uno y más de dos, cuando no tuviese ni una puñetera gana de hablar con nadie.
¿No han observado Vds. en ocasiones que, queriendo estar solos pensando tranquilamente ó con la mente viajando Dios sabe dónde, siempre viene alguien en plan Indiana Jones –con toda su buena intención sin lugar a dudas-, más que dispuesto a rescatarles de las garras del intelecto?.
A mí me ocurre, de hecho a las personas pelín creativas e introvertidas, cuyo mundo velado es mucho más grande que el percibido desde fuera, nos pasa con relativa frecuencia.
Uno está sentado tan ricamente -con música ó sin ella, eso va en gustos- con los ojillos entornados, procurándose un sinnúmero de pirulas mentales, incluso mortificándose, porque lo de soñar despierto es lo que tiene, que a veces se nos ocurre cada cosa... Pero claro, las hay de cierta naturaleza que sólo son realizables en ese pequeño resquicio intangible que tenemos los humanos, más conocido como “universo de la ilusión”, y no nos queda más opción que dar por buenos dichos delirios.
En estas andamos, sueña que te sueña, cuando llega el colega de turno –en el trabajo, en el bar, en un parque, en el manicomio, en el mismo infierno...- y empieza con el cuestionario, porque podía ser monologuista ¿no? -como una servidora, pongo por caso-. Qué va, al que se sienta a tu lado le entra una repentina vena periodística y te asaetea a preguntas: ¿Bla, bla, bla....bla, bla...bla, bla...bla?. Tú respondes con monosílabos y gruñidos, pero él no se da por aludido, insiste, insiste... Es más, si en esos momentos tienes entre manos un trozo de papel con el que limpiar la diarrea mental que milagrosamente se te acaba de manifestar, y que los bienhablados denominan inspiración literaria; ó una cámara donde filmar aquellas imágenes con las que ya habías soñado y, ahora que tienes oportunidad, no quieres dejar escapar; ó un lienzo donde tus dedos cadenciosamente, sin riendas, cabalgan sobre la grupa de un pincel teledirigido por la sensibilidad..., terminas por mandarlos a todos a hibernar con la triste esperanza de que, cuando regreses, aún sigan ahí. Pero la imaginación es frágil y caprichosa, y no sigue con rigor el famoso aforismo : “Donde me dejas, me encuentras”- por lo que, en cuanto pilla la puerta abierta, suele darse el bote. De modo que te armas de paciencia y concluyes con ese loable precepto de cumplir con una de las enésimas obras de misericordia del catecismo -¿quién dijo que eran ocho?-: "Dedicarle un ratito al pesado de turno".
Y es mejor que te resignes y goces, porque el tipo siempre viene armado de un cuchillo para forzar las valvas del mejillón. He dicho.

domingo, noviembre 12, 2006

EL SLIP DE ADÁN





La imagen que tienen Vds. a su izquierda representa, nada más y nada menos, que los exiguos slips que usó el bueno de Adán en el Paraíso. Siempre me he cuestionado una cosa, ¿con qué sujetaba este buen hombre la hojita a su body?, -no existían las mercerías para poder adquirir un triste trocito de goma ó de hiladillo-, ¿con una pinza de tender la ropa?, humm...¿qué ropa? ¿su vasta colección de hojas íntimas Calvin Klein?. Y lo peor de todo, queridos lectores,....¿en qué lugar enganchaba la pinza?.
¡¡Buff!!, desde mi más tierna infancia este asunto me ha quitado sueños, créanme... ¿acaso utilizaba una liana? ¡¡cielos, que heavy, luego dirán de los piercings y demás!!.
Así pues, no me extraña que el invento fracasara...Un tipo que se desplaza en cueros a lo largo y ancho de un vergel con una ridícula hoja de parra tapando sus vergüenzas delanteras, y no cae en la cuenta que, a nada que se agache, se le va a ver el plumero, es que es lo suficientemente lerdo como para que una moza costillera, desnuda a lo Lady Godiva, le pueda embaucar...qué digo con una manzana, ¡hasta con una pastilla juanola!. Menos mal que Eva le pilló sin recursos, porque que si llega a disponer de propiedades –mobiliarias ó inmobiliarias, da igual-, le despluma vivo. Ya te digo.

CORTE DE SUMINISTRO



Sus cuerpos completamente enjabonados tiritaban de frío. Por más que miraban hacia arriba no caía ni una gota de agua. Parecían condenados a tener que soportar largo tiempo la espuma que se les introducía por cualquier resquicio. Se frotaban los ojitos con fruición y, cuanto más lo hacían, más molesto era el picor del jabón dentro de ellos.
Nadie parecía darse cuenta del problema a tenor de lo que se estaba dilatando aquella cruel situación. Se restregaban los brazos para procurarse un poco de calor y se miraban confusos entre sí. De improviso empezó a caer, primero una gota, luego otra y luego otra... hasta que descargó un leve chorrito de agua. Todos pugnaban por ponerse debajo del mismo. De manera compulsiva, temiendo que cesara la escasa lluvia que manaba de la alcachofa, luchaban a brazo partido por desprenderse de los restos de suciedad y del exceso de bálago. Surgieron los desacuerdos, los gritos, los empellones, las agresiones físicas en toda regla...
Por fin llegaron las fuerzas de orden publico para poner coto al funesto desaguisado. Aunque tal vez un poco tarde, porque las violentas colisiones habían hecho entrechocar algunos elementos demasiado endebles como para poder afrontar el amotinamiento sin quebrarse.
Cuando la máxima autoridad avistó dicho panorama, pudo comprobar que era desolador. El dantesco escenario ofrecía una imagen de cuerpos desfallecidos, algunos de ellos desmembrados, cubiertos de mugre, grasa, restos alimenticios y espuma... mucha espuma. Patéticamente, un fino hilillo de agua que seguía cayendo sobre fragmentos de vajilla y cristales rotos, se perdía a través del sumidero, mientras un operario del gremio de fontaneros se empleaba a fondo bajo el fregadero con una llave de tuercas.

viernes, noviembre 10, 2006



HE DADO CALABAZAS A ¡¡CLOONEY!!


Al pasar ante el quiosco me pareció que alguien me llamaba como en susurros haciéndome “chissst”. Me giré y no vi a nadie. Otra vez “chissst”. Me detuve ante la estructura acristalada, pero completamente velada por el considerable e ingente número de revistas expuestas, y recorrí con la mirada todas las portadas. Allí estaba él. Guapo, seductor, dentadura perfecta, sonrisa burlona, elegante como el que más -con decir que parece el nuevo Cary Grant está todo dicho-, en fin... el marido perfecto, el yerno ideal ó el jefe que tod@s quisiéramos tener. Miré hacia atrás pensando que, de llamar George ¡¡Clooney!! a alguien, no iba a ser a mí precisamente. Dicen que detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer. Pues bien, yo diría más. Creo que detrás de una mujer corriente e insignificante, siempre hay una mucho más alta, más guapa y que está más buena. Lo tengo comprobado y recogido con datos en un estudio sociológico realizado conmigo misma.
Pero, por más que miré, no vi a nadie. Desconfiada aún, le dije:
-“¿Es a mí?”
- “Por supuesto ¿a quién iba a ser?-
-“Y...y.. ¿qué quiere?-
-“Sáqueme de aquí, por favor”- Lo dijo bajando mucho el tono de voz y mirando hacia ambos lados para que no se diera cuenta el quiosquero.
-“¿Cómo lo hago? Esto es de cristal, no puedo romperlo sin armar escándalo ni cortarme..”.-
-“No sea simple, mujer. ¡Compre la revista y ya está, joder! es lo que se ha hecho toda la vida”-
-“Aaaah, es verdad”- Reconozco que respondí nerviosa y azorada, tanto que debí enrojecer hasta la misma raíz del pelo.
-“Para una vez que contacto con un estrella de Hollywood no puedo estar más torpe”- Esto sólo lo pensé, claro, pero no lo dije.

Por aquello de la honrilla y de salvar los muebles frente al estrepitoso ridículo que estaba haciendo, no ya por dirigirme de un modo tan aturdido a ¡¡Clooney!!, sino por impresionar como perturbada a los viandantes, dado que la triste imagen que proyectaba en esos momentos era esa exactamente, la de una pirada hablando con un quiosco -que no un quiosquero-, le dije muy digna:
-“Perdone Sr....¿cómo dijo que se llamaba?” –eso es, encima haciéndome la chula –
- “¡¡Clooney!!, soy George¡¡Clooney!!- El tío lo dijo con cierta insolencia, no sé...como un poco molesto.
-“Pues eso, Sr. ¡¡Clooney!!, lo que yo quería expresarle es que mis creencias me impiden comprar revistas del corazón, así que ya me contará qué hacemos”- Me puse brazos en jarras y todo para escenificar lo engorroso de la situación.
-“Bueno...para otra vez será, qué se le va a hacer. Muchas gracias de todos modos”- Se encogió de hombros y me dedicó una sonrisa (qué sonrisa, madre mía...).

El muy cretino no fue capaz de insistir ni nada por el estilo. Nada más darme la vuelta, observé con el rabillo del ojo que le estaba chistando a una jovencita alta y delgada como su madre, con una pinta de modelo que tiraba para atrás. Es lo que yo digo... algunos son tan infieles por naturaleza que están deseando que dobles la esquina para pegártela con otra.

miércoles, noviembre 08, 2006


EL ALIMENTO DEL BLOG


Bueno. Pues parece que poquito a poco va engordando mi bebé. Crece despacio, pero debe ser porque no le alimento muy bien. Como una es de poco comer y de escasa envergadura, ya lo dice el refrán: “De padres gatos, hijos misinos”. ¿Qué se puede esperar?.
De todos modos, quién más quién menos y por poco ilustrado que sea, ya sabe que el alimento de las letras, las artes ó las ciencias no se encuentra ni en los lácteos y derivados, ni en los cereales ni en el pescado azul. Para que un blog -una novela, una pintura ó una columna de un periódico- engorde, es preciso nutrirlo a base de sensaciones y vivencias -aunque la formación y los conocimientos adquiridos no vengan nada mal-. Cuanto más cargado de emociones llevamos nuestro equipaje, más fácil es tirar del hilo de la inspiración. A fin de cuentas, la inspiración es eso, un tenue y delgado hilo que, si logras atraparlo y lo vas enrollando poco a poco, puede llevarte hasta el centro mismo del laberinto imaginativo donde te estará esperando el Minotauro, muerto de risa ó muerto de pena, según el resultado de la urdimbre. Si eres capaz de ganar al bicho en su terreno, puede decirse que ese día has estado “genial”; si es él el que se hace con el ovillo, te facturará fuera del laberinto de un puntapié y ese día –creativamente hablando- no te jalas una rosca.
Llega un momento en la vida de las personas en el que uno, necesariamente, ni es más listo ni sabe más, pero se convierte en todo un experto gourmet en cuestiones de saborear la vida, de exprimirla y estrujarla para, al menos, tratar de obtener de ella el mayor jugo en lo que a placeres se refiere. Y no es que una servidora esté haciendo aquí apología del hedonismo, no. Pero llegado el ecuador de la existencia a muchos nos da por valorar las pequeñas cosas: Sentarse en una terraza ante una cerveza y tomar el sol con los ojos cerrados, salir de tapas con los amigos, no ser reo de intentar caer bien a todo el mundo –es imposible y una idiotez como la copa de un pino-, no obligarte a hacer algo que no quieres y exigirte hacer lo que quieres para buscar el equilibrio necesario entre “el debo y el deseo”... Por eso es preciso que en cuestiones de salud te funcionen bien las pilas para que no tengan que ponerte velas, y que salte algún chispazo amoroso de vez en cuando para que tu espíritu brille aunque la belleza se apague.

lunes, noviembre 06, 2006


SUEÑOS

Como todas las noches a la hora del duermevela, las almas abandonaron a sus cuerpos que laxamente descansaban tumbados sobre la cama. Salieron de la habitación y, lo mismo que tres chiquillos huyen tras cometer una travesura, se lanzaron a la carrera por el largo pasillo de la residencia y atravesaron el jardín. Con una inopinada elasticidad saltaron la verja y entre carcajadas se perdieron en la noche.
Visitaron lugares mágicos, se divirtieron, hicieron amigos, se enamoraron, también se desenamoraron, pasaron mucho miedo, sintieron la halitosis de la muerte encima del cogote, ganaron premios millonarios pero se lo gastaron todo en un casino de Las Vegas, pasaron de la infancia a la madurez sin apenas rozar la adolescencia, montaron en un tio-vivo, ella se vistió de Napoleón, ellos de Josefina, en suma... vivieron al límite.
Cansadas de dar vueltas, pero satisfechas, la almas reflexionaron sobre la conveniencia de volver ó no volver a sus cuerpos.
-“¿Qué hacemos? ¿regresamos?”-
-“Por mí, no. El mio está muy viejo y cansado. Me aburro mucho con él”-
-“Yo también. A su lado me siento como si ya estuviera medio muerta... ¿Y si no volvemos?...”-
No hubo respuesta. Cabizbajas, con gesto contenido y avergonzado, reanudaron la marcha.
Despacio, casi a regañadientes, tomaron el camino de vuelta a casa. Al llegar ante la puerta, remoloneando, las tres trataron de evitar ser la primera en subir. Igual que todos los días, arrastrando los pies se llegaron hasta el dormitorio. Cada alma junto a su cama observó el montón de huesos y piel que yacía sobre ella.
Ahuecaron las sábanas y despacito, oliendo aún a alcohol, tabaco, perfume barato y sexo, se acostaron sin hacer el menor ruido al lado de tres cuerpos arrugados que roncaban y olían parecido a tigres bengalíes, es decir, un rancio tufo a sudor y orines mezclado con colonia de baño –si a lo tigres le diera a alguien por ponerles colonia de niño, claro está- . Las almas tiernamente miraron a los cuerpos con aire condescendiente, casi maternal. Enlazadas a ellos velaron su sueño el resto de la noche con resignación. Otra noche más.
Por la mañana, en el comedor de la residencia, al menos tres ancianos comentaron: “Qué mal he dormido esta noche, he tenido una pesadilla.... Soñé que era joven todavía.”-




sábado, noviembre 04, 2006


ZEN...MUCHO ZEN

Nadie diría que lo que aparece en la imagen es el interior de un manicomio ¿verdad?. Así, a simple vista, parece que se tratase más bien de un interior japonés. Uno de esos lugares donde se practica el Zen. Y pudiera ser...Si el Zen consiste en un método encaminado a controlar el espíritu, para detener el curso del pensamiento y alcanzar la esencia de la verdad, ¿quién no nos dice a nosotros que en los manicomios, en realidad, lo que hacen los locos es practicar Zen...mucho Zen? ¿no es posible que el perturbado mental esté poniéndose a prueba para demostrar la realidad, su realidad, a base de pensar en no pensar?.
Si alguno de Vds. ha tenido la ¿fortuna? de visitar un psiquiátrico, se dará perfecta cuenta que lo que digo es cierto. No esperen encontrarse a los internos subidos por las paredes, tampoco se desplazan reptando, no. Con lo que uno suele toparse es con personas solitarias y silenciosas, que se deslizan por largos corredores, con una colilla medio apagada entre los labios, la mirada fija en un punto, la misma idea obsesiva dentro de su cabeza y la misma frase en su boca, como si fuera un mantra. Así, día tras día, semana tras semana, mes tras mes y año tras año. Aparentemente, sin pensar en nada.
Allí el tiempo se detiene sin apenas dejar huella, Cronos duerme, y sus habitantes, con una absurda mueca congelada en el rostro la mayoría de las veces, se dedican a hibernar, eximidos de esa onerosa carga que es asumir el paso del tiempo. Si no hay planes, ni hay proyectos, ni hay pasado y el futuro da igual porque va a ser más de lo mismo...¿para qué se va a preocupar uno del día que es hoy ó del que será mañana?.
Sus propias caras, de inclasificable edad, lo dicen todo. Lo único que no me encaja en esta relación Zen-manicomio es que dicho método trata de hacernos vivir la cotidianeidad de manera consciente, y mucho me temo que para ser inquilino de un psiquiátrico lo primero que uno se tiene que sacar es el carnet de inconsciente.
Cuando echas la vista atrás, a medida que te alejas de allí, kasisiempre verás a un sujeto taciturno que te saluda con la cabeza y te dice con un guiño, sin hablar, “donde me dejas, me encuentras”.
Paseantes reflexivos, silenciosos, solitarios, obsesivos...¿les suena?. En ocasiones nos deslizamos así por los corredores de la vida los que, en un alarde de imaginación, podríamos pasar por cuerdos.
¡¡Por Todos los Santos!!


Es curioso, pero todos los años al llegar estas fechas pienso lo mismo, como pienso lo mismo de las Navidades, cuando llegan, ó de cualquier otro evento señalado en rojo en el calendario. Debe ser que a medida que uno va teniendo cierta edad (¿?), aparte de llevar la mochila cargada de años, la va llenando de escepticismo y de ironía, y la va desposeyendo de rigor y seriedad terminando por hacer chanza de casi todo.Pues bien, mi madre siempre ha sido de las que se han apuntado a la tendencia de acudir a realizar su ofrenda floral a los muertos unos días antes de la festividad, para evitar la masificación y ese tonillo, a veces frívolo -según ella-, con el que se despachan algunos ciudadanos en los cementerios. Una servidora, que siempre le acompaña, tiene ciertos puntos en común con los que están allí encerrados, para qué les voy a mentir: Aparte de la mala salud, una va porque le llevan, la verdad sea dicha, que si no, no iría. Igual que ellos.El asunto es que cuando se aproxima el día de Todos los Santos, el escenario del camposanto cambia de manera radical. Lo distingues nada más entrar, cuando te asalta una mezcla de aromas bien distintos entre sí: El Mr. Propper, el Tenn con bioalcohol, la Neutrex, la Centella...y la Centolla, estoy casi por decir; amén del nefasto “perfume” de los crisantemos y de las dalias (mira qué huelen mal algunas flores...) el del ciprés, que ya es un clásico, y ese imperecedero tufillo a muerto que hay siempre en los cementerios.El bragado familiar de turno del perseverante y tenaz usuario del panteón, cabalga sobre las lápidas, como si de un jinete apocalíptico se tratara, a golpe de bayeta, escoba ó cepillo de gruesas cerdas, fregoteando, bruñendo, lijando, puliendo y, en suma, llevando tras de sí las hojas, restos de flores secas y descoloridas, partículas de polvo y hasta cualquier mal espíritu que pudiera merodear por allí, barruntando, lo que en términos académicos podríamos denominar Sobresaliente Cum Laudem, en la ya famosa y legendaria prueba del algodón.Escorada desde un ángulo –por mi dueño tal vez olvidada- y silenciosa cual Comendador, he visto a algunas personas ejecutar lo que sería indecoroso, sólo pensar, en otras circunstancias que no fueran éstas, es decir, mantener un cara a cara, un tú a tú, con Vírgenes, Crucificados y Querubines, restregando pliegues y repliegues hasta dejarlos limpios y relucientes como la piel de un recién nacido, y convirtiendo el cementerio en una luctuosa sinfonía de abluciones. Qué bonito.Llegado este punto, creo que me he equivocado en una cosa con respecto al blog ( y ya empezamos mal). Al titularlo “Donde me dejas, me encuentras”, en realidad ¿no estaría pensando en un epitafio?. Ya te digo...

LO DEL PERFIL


Bien. Superado el primer trámite, tuve que enfrentarme al complicado asunto del “perfil”. Perfil de usuario para ser más exactos. “¿Qué es eso de perfil? vamos a ver...”, me pregunté.
Como una servidora es una escéptica y duda de casi todo, acabé consultando el diccionario:

“Lado ó postura lateral”. Estos tipos del blog no pretenderán hacerme elegir mi lado “menos malo” para colocarlo ahí...Porque aquellos que viven de la imagen ya conocen a la perfección cual es su faceta más atractiva y se colocan en consonancia para el tema de la foto, pero qué me dicen de aquellos que kasisiempre vamos de frente por la vida, ofreciendo un aspecto monofásico -el único que tenemos-, de tan sincero, aburrido; de tan usado, raído; de tan vulgar... anodino. ¿Qué sabemos la mayoría de posados, posturas y facetas?.

“Contorno de una figura, representado por las líneas que determinan su forma”. “No, obviamente, esto tampoco debe ser”, me dije. Morfológicamente hablando, la que suscribe no es que sea un canon en lo relativo a la figura que representa, pero tampoco se trata de un fenómeno de la naturaleza. No hace falta apelar a grandes esfuerzos imaginativos, pues cualquiera, por obtuso que sea, se dará cuenta con el tiempo que quién se asoma a esta ventana es un ser vivo con todas sus atribuciones: Respira, siente, ama, se alimenta –poco, pero bueno...-, duerme, crece –poco, pero bueno...-, se reproduce –poco, pero bueno...-, y muere –cuando le toque, y espero que poco, pero bueno...-

“Contorno de rasgos ó de características que definen algo”. Esto... pudiera ser. Tal vez lo que pretenden que coloque ahí sea una definición de mi misma. Pero es difícil, muy difícil. Pues si me autodefiniera en serio sería la señal inequívoca de que me conozco, y eso es imposible, no pasa un día sin que me sorprenda a mí misma sumida en un mar de contradicciones y paradojas. Donde dije digo, cada vez salen más Diegos.

“Figura que representa un cuerpo cortado, real ó imaginariamente, por un plano vertical”. ¿Pero qué intentan hacer de mí?, ¿¡¡picadillo!?, ¡¡¿una hamburguesa?!!...si mis cuarenta y cinco kilos de peso y metro cincuenta de estatura son cortados y laminados por un plano vertical ¿qué nos queda?... ¿una fina loncha de jamón de York que no da ni para un sándwich?. No, señores del blog, no me pueden Vds. solicitar ese tipo de perfil.

“Adorno discreto y delicado, especialmente el que se pone en el canto ó en el extremo de algo”. ¡Ah, bueno eso ya es otra cosa!. Sin duda esta acepción es la que conviene para definir mi perfil. Lo que quieren que haga estos caballeros tan atentos y simpáticos del blog es que me ubique arriba, en una esquina, calladita y sin meter bulla, como esas figuras que andan siempre por casa, encima del aparador ó de la tele, que sólo sirven para estorbar, llenarse de polvo y que cuando caen y se rompen, nadie las echa de menos. Por eso he decidido colocarme el look de camuflaje con las gafas de sol, para pasar más desapercibida y, si un día me caigo ó me pierdo en la red, que nadie me eche de menos, ji,ji,ji.