Entre las múltiples actividades que Miguel Asensio lleva a cabo en su nuevo espacio de la Plaza Circular, el bar Circular, están los pregones con paella de los domingos a la hora del vermut. El pasado domingo nos correspondió hacerlo a Eduardo Córdoba, primero por la derecha en la imagen, y a una servidora. En imagen, además, Pedro Zamora, Santiago Estévez y José Sanz "Rudo". Ésta fue mi apuesta:
De cómo
aconteció que Miguel y Charo pasaron de tener un Eclipse en La Rondilla a tener
un Circular con balcón y buhardilla.
Miguel, hostelero emprendedor y artista de postín,
siempre quiso tener un negocio donde, además de darle al tiento y la pitanza, poder
matar el ocio con pinceles, pluma, versos y, a la puerta del local, con pico y
pala.
Rodeado de poetas, teatreros, retratistas, pintores
y dibujones, alterna el vino, el teatro, la croqueta y los acrílicos, con la
pluma del pollo que se estura cada día en la parrilla lo mismo que un San
Lorenzo, mira a ver si te convenzo para venir con frecuencia a este rincón de
miguel, que el sitio… tiene su aquel.
Hallándose un día en el bar de La Rondilla,
iluminose en la testa delirante de Miguel una bombilla.
-¡Pardiez! Con lo que
tengo en el Eclipse tengo dicha hasta lograr el aprobado, mas… yo quisiera
poder decir que en alegría saco un diez, y como guinda a todos mis afanes,
anhelo para el Eclipse una suerte de balcón desde donde divisar la luna y, ya
de paso, saludar a la afición.
-Huyyy… con la Iglesia
hemos topado ─ dijo
Charo- el tema de un balcón en el
eclipse- nunca fuera mejor dicho- no lo veo nada claro.
Nervioso y excitado ante la idea que Miguel, más que
acariciar, sobaba, instaba así a su señora:
-Marchémonos a
otra zona, busquemos un local aunque esté más alejado, sin que sea
necesariamente en Tarazona, la cosa es tener un balcón abalaustrado.
Doña Charo no entendía con certeza el capricho de
Miguel:
-Vamos a ver… ¿pero a qué
se debe el antojo del balcón? ¿No será algún mal de ojo? ¡Hay que ver qué
condición!
Miguel sintiose contrariado al advertir por parte de
Doña Charo, precaución, pues la mujer, no hallándole explicación al deseo de su
esposo de contar con mirador a toda costa, mostraba, como es normal, una cierta
desazón.
Por salir airoso del trance, Miguel, de una larga
cambiada despachó a Charo con un lance.
-Querida, te
confesaré un secreto: Yo de siempre tuve un sueño, ser un hostelero artista de
lo más sandunguero, gerente de un local con tendido de sombra, justo al lado de
un albero y un balcón, donde poder ofrecer a los clientes, los domingos a la
hora del vermut, una ración de paella con pregón.
-¿Paella con pregón…?─ preguntó a Charo, atribulada.
-Paella con pregón, lo veo
claro, el negocio está en la variación─ sentenció el artista.
-Querrás decir, ilusión─ replicó ella.
-Para hacer un buen
negocio hay que aliñar la paella con pregón, no se hable más─ dijo Miguel, pintando un plano en un papel- aquí está la solución para salir de la
crisis: ¡un pregón declamado en un balcón!
-Ay qué hombre ─dijo ella, palmoteando de alegría- qué vehemencia, qué talento, qué torrente,
se nos va a llenar el bar de gente, ya sólo falta dar con el sitio.
-¿Qué sitio?
-¿Qué sitio ha de ser,
Miguel? Un local hermoso y grande con balcón y barandilla. No hay por mucho que
busquemos uno así en La Rondilla.
Dieron, pues, en mirar una nueva ubicación, y el
destino, a fuerza de dar vueltas y rodar, les llevó a la Plaza Circular.
Cuando vieron su interior, al abrirse ante sus ojos
la cancela de este bar, no pudieron contenerse la emoción, dando rienda suelta
al llanto fácil.
-¡Albricias! El sueño de
mi vida, tan lejano e inalcanzable, aquí nos estaba aguardando, en la calle
Salmerón.
-Por ventura ─dijo Charo- ¿no
olerá mal el sitio? ¿Salmerón no es un nombre de pescado?
-¡Ay, no me saques de
quicio, amada Charo! Se apellida así un señor cuyo nombre es Nicolás.
-¡Anda! ¡Igual que el
pequeño!
-No mientes la
bicha, esposa, que de este bar soy el dueño y no quisiera hacerme un selfie
posando junto a esa cosa.
-¿Y cómo lo llamaremos?
-Ya tiene nombre, Princesa
¿no te digo que se llama Salmerón?
-Digo el bar… propongo un
apelativo, El Rincón de Charo y de Miguel, estaré siempre contigo.
-No sé…humm… suena ñoño,
como a bar de aperitivo, y esto hay que echarlo a rodar.
-Pues si hay que echarlo a
rodar, nada mejor que llamarlo ¡CIRCULAR!
-Charo de mis entretelas,
qué talento, qué potencia, qué torrente, ya verás…se nos va a llenar de gente a
la hora del pregón. Qué ilusión haber cumplido con mi sueño de tener un bar con
balcón y barandilla para ofrecerles a ustedes, los domingos, ¡una ración de
paella aliñada con pregón!