Fresca, joven es la
rosa.
Prisionera en tus
espinas,
rejuela de tallos
tiernos
son tus brazos los
que encierran
mis ansias que
contaminan.
Espumas erizadas
en pétalos diminutos,
y el palpitar de tus
labios
en mi boca se diluye
en el silencio, en un
minuto.
Rosa de Alejandría,
zarzarrosa trenzada:
escaramujo un día,
mosqueta en una
semana
y casi seis años de
abrojo.
Larva en la
primavera,
flor completa en el
estío,
en el otoño,
deshojada, medio
muerta,
se torna espectro de
alambre
una vez llegado el
frío.
Amores son como rosas
con espinas,
enlazadas por nudos
verdes,
siendo recién
brotadas
en el verano
candente.
Y en septiembre,
las flores son
piruletas
sin fragancia, que se
pisan
y se aplastan.
Amores para el recuerdo,
pálida tonalidad,
como el fantasma del
hambre
una vez llegado el
frío.
Caen las primeras
lluvias,
caen las hojas,
caen las vendas de
los ojos
y blandos copos
de nieve,
las rosas,
ahorcadas en los rosales,
como suicidas amores,
sucumben al desafío.
sucumben al desafío.
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