domingo, diciembre 16, 2007

CONFUSIÓN




Me sentía como si hubiera bebido una cosecha entera de Ribera del Duero. Podía ver a duras penas su rostro difuminado y escondido tras un velo. Por un momento pensé que lo que tenía ante mi era el retrato al óleo de una mujer de Modigliani, burlona y sandunguera. Ella me saludaba desde el otro lado del cuadro como si le hubieran pasado por encima una brocha mojada en disolvente, borrando sus rasgos hasta hacer de ellos un batiburrillo de imprecisos berretes de pintura y trementina.
Mi cabeza estaba embotada, tenía una jaqueca espantosa y sentía la boca tan seca y áspera como una alpargata. Apenas sí podía abrir los ojos.
Ella se me acercó un poco más y pude apreciar su aroma y respiración entrecortada; parecía que estuviera realizando algún tipo de esfuerzo. Pero lo mejor de todo, fuese lo que fuese... ¡me lo estaba haciendo a mí! Sus pechos –breves- palpitaban bajo la tela de una camisola amplia de color verde, y yo podía percibirlos muy próximos a mi cara. No paraba de moverse de un lado para otro, y cuando se dirigía a mi lo hacía con un tono de voz mesurado y tranquilo. Yo intentaba seguir sus idas y venidas con la mirada, pero mis párpados pesaban una tonelada cada uno y pugnaban por cerrarse. Trabajosamente los entreabrí un poco, y con pena e impotencia vi cómo se alejaba de mi lado.... Torpemente levanté una mano tratando de llamar su atención. De mi garganta apenas salió un gemido, un extraño sonido gutural que dejó mi boca medio abierta en un gesto de lo más estúpido.
La puerta del quirófano se cerró tras la enfermera, y las hábiles manos de un anestesista flexionaron mi cuello hacia atrás, tirando del mentón hacia arriba, hasta dejar colocada mi cabeza en una postura imposible. Aprovechando el laxo y catatónico estado en el que me encontraba, y la mueca –aún alelada- de mi boca, introdujo a través de ella un tren metálico y frío que me aplastó la lengua, como si caminara sobre unos raíles, precipitándose después guiado por su propia luz, y colándose a través del resquicio de mi glotis que providencialmente aún seguía abierta.

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