martes, abril 14, 2009

NANA A UNA NIÑA QUE PERDIÓ A SU PERRO



Junto a la ventana, dentro de una cuna,
a la pálida luz de la luna una niña duerme
como un ramo de flores esparcidas,
y descansa bajo el velo que administra
una mirada que le llega desde el cielo,
la mirada de un perro adormecido.
La niña sueña con un mundo de juguete
y huye de conflictos de mayores,
la niña nunca tiene miedo,
como un amuleto sostiene en su manita
un mechón de pelo de un perro adormecido.
Su cuna es filigrana
de piel morena y ojos azabache,
su aroma es a violetas,
y la manta que le arropa es
el aliento de un perro adormecido.
Es de día, la luna ya se ha ido,
el sol asoma,
la niña morena se despierta y abandona
esos bosques de eucalipto que ha soñado,
nubes de algodón,
las sombras que despistan y que aplanan,
las nieblas que guardan pesadillas,
el murmullo que procede de un arroyo,
la brisa de un mar en calma,
el duermevela que persigue a la vigilia
y que, trémulo, hace el amor a la luz de una vela.
La niña abre sus ojos, se despereza,
y encuentra un desayuno en biberón
y unas noticias en papel sobre la mesa,
el camarero es un perro fiel, adormecido,
que un día le dijo adiós
y de su memoria aún no se ha ido.
.

No hay comentarios: