martes, febrero 26, 2013

AL TERCER MES RESUCITÓ


AL TERCER MES RESUCITÓ

Al tercer mes resucitó. Por fin.

Cuando asomó majestuosa a través de la puerta de la cocina, él aún seguía allí, como si estuviese esperándola, sentado junto a la mesa y frente a la puerta con un plato de sopa reseca ante si. Sonrió al verla aparecer de nuevo, y en su rostro se heló dicha sonrisa, quedando petrificada con esa mueca tonta que se les pone a las calaveras bajo la naricilla respingona cada vez que se mueren de la risa. Pareció alegrarse sinceramente de tenerla otra vez a su lado, quién se lo iba a decir… después de muerta poder disfrutar nuevamente de su aroma inconfundible. Estaba espléndida, radiante, incluso aquel antiestético orificio practicado en el abdomen con un cuchillo de grandes dimensiones, después de tantos días, lucía tan oreado como la curada cata de un jamón de Teruel. Fue una verdadera lástima comprobar, al acercarse a su lado, que había cambiado de perfume y el de ahora resultaba más añejo, olía como esos caserones abandonados que huelen a moho y a cerrado.

Por su parte ella no pudo evitar tampoco un amago de amarga sonrisa de triunfo al evocar aquel día en que él, tras haberla apuñalado, se sentó a la mesa y le dijo:

-Querida, humm… qué rica te ha salido hoy esta sopa, tienen un no sé qué que le da un sabor…

-Pues que te aproveche, cariño, tómatela entera y no dejes ni una gota, es toda para ti-  respondió ella con un rictus maléfico, sujetándose el vientre entre estertores de agonía.

Entonces fue cuando él dejó caer su cabeza hacia atrás y empezó a salirle un montón de espuma a través de la boca de la manera más tonta, aquella boca que tantas veces la había besado y que en esos momentos parecía la cubeta de detergente de una lavadora. 

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