martes, enero 15, 2013

FRACASO

 
 
Fracaso empieza con “fra”
de frac con fragancia a naftalina olvidado en un desván;
de frasco de veneno mezclado con esencia y servido a los
postres en tapete de franela, lo mismo que un café con pacharán;
de francesa con sabor a fresa aplastada en la calzada por
las botas de goma de un camión, nada más pasar Hendaya;
de fraterno, si es el beso que se aplican tontamente, con fruición,
dos amantes frenéticos y desbordados de pasión;
de frescos y frustrados opuestos que, rayando la locura
y rozando el desvarío, se  bañan en el polo y,
 descalzos, se deslizan bajo un iglú muertos de frío;
de frígida y fláccida versus lúbrica y Brígida mujer
rebosante de hermosura y aquejada de placer;
de fraguar masas antes de besar ladrillos y
de fregar suelos antes de barrer con los cepillos;
de frondoso bosque de ciencia ficción
donde juegas a corre que te pillo
y siempre pierdes porque vas en chanclas, pelo suelto,
camisón, bragueta abierta y calzoncillo;
de fragor clandestino, esa llama que se aviva y no se apaga,
que brilla y parpadea oculta en la oscuridad;
de fritanga, rebozados, ácidos grasos saturados,
sucedáneos, transgénicos y basura al por mayor.
 
Fracaso acaba en “aso”
como ocaso, el de los dioses y el de ese tren
que siempre pierdes aunque venga con atraso;
el de los posos que convierten en medio lleno a un vaso;
el del patetismo de nariz roja y peluca gualda de un payaso;
del cabello adolescente, siempre graso;
del caballo cojo que no galopa y trota al paso;
del vestido de una novia plantada ante el altar,
blanco desvaído, corazón roto,
 falda de gasa, corpiño de raso
y dos meses de retraso.
 

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