jueves, octubre 20, 2011

Poesía para el recuerdo

Es el poema que le dediqué ayer a Paz en su despedida, lo hice encantada y le dedicaría otros mil más si fuese preciso, ella se lo merece. ¡Gracias, Paz!





Si no falla mi memoria y algún verso se encasquilla
como aquella vez -¿te acuerdas…?-,
en esta comparecencia te recitaré un poema
para pedirte de nuevo:
déjame ser Bululú, he de pasear mi euforia
por las salas de esta Casa de Zorrilla,
hoy no tengo escapatoria…
¿cómo le iba yo a negar dedicatoria
a esta amiga que se va?
Aunque sea, como siempre, de manera coloquial,
en bata y en zapatillas, sin trampa, cartón ni disfraz,
no alabaré tu eficacia ni loaré tu trayectoria,
tan sólo remendaré ese dicho en castellano,
“aquí paz y después gloria”,
pues lo que aquí acontece viene siendo otra historia:
que mientras estuvo Paz, dirigiendo este lugar,
desde el poeta Zorrilla a todos los aquí presentes,
no hubo ningún cliente que, metido en este ambiente,
no se encontrase en la gloria.









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