Quiero tu vino,
el de ayer, el del recuerdo,
quiero el sabor amargo de tus besos en mi boca
para entrar en lo desconocido
y explorar eso que, por hoy, no toca.
Dame la calma que precede a la tormenta
que desata la pasión sobre una cama,
dame una mirada oscura como el carbón
y vístete de verde para mí,
como una hoja de menta.
Toma del cuello mi palabra más sincera,
estrújala hasta vaciar su contenido
y acaba con ella, enmudécela,
para que no mate con sus emociones
a tu pensamiento malherido.
Toma mi alma que, furtiva,
escapa cada noche de la cárcel de mi cuerpo
y se cuela entre tus rejas oxidadas por el llanto,
rejas que se vuelven seda ante su paso,
más aún, espina de anacanto,
y dejan que mi alma se funda con la tuya en un abrazo.
el de ayer, el del recuerdo,
quiero el sabor amargo de tus besos en mi boca
para entrar en lo desconocido
y explorar eso que, por hoy, no toca.
Dame la calma que precede a la tormenta
que desata la pasión sobre una cama,
dame una mirada oscura como el carbón
y vístete de verde para mí,
como una hoja de menta.
Toma del cuello mi palabra más sincera,
estrújala hasta vaciar su contenido
y acaba con ella, enmudécela,
para que no mate con sus emociones
a tu pensamiento malherido.
Toma mi alma que, furtiva,
escapa cada noche de la cárcel de mi cuerpo
y se cuela entre tus rejas oxidadas por el llanto,
rejas que se vuelven seda ante su paso,
más aún, espina de anacanto,
y dejan que mi alma se funda con la tuya en un abrazo.
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