lunes, junio 22, 2020

GEMELAS

GEMELAS


Mi hermana gemela y yo nacimos con varios meses de diferencia. A pesar de ser gemelas univitelinas, que eso es como decir “mogollón de gemelas”, no nos parecemos en nada. Ella es morena, yo rubia, ella es alta, yo baja, ella es mulata, yo blanca, ella es gorda, yo también, ella tiene los ojos verdes, yo marrones, ella habla en euskera, yo castellano antiguo, ella viste moderna, yo me visto como la reina Urraca, ella ama el deporte, yo ni verlo, a ella le gusta la playa, a mi que no me muevan de mi sitio y me dejen en paz, a ella le gustan los pelirrojos, a mí, si están bien, todos, a ella le gusta la carne, a mi el pescado y el verde,  a ella le gusta la cocacola, a mi la cerveza -y el vino y la ginebra y la sidra...-, ella detesta los bichos, yo los amo sobre todas las cosas, a ella le gusta el pipiribipipí y a mi el paparabapapá... en fin, mi gemela univitelina y yo no tenemos nada en común, salvo nuestra madre, que nuestro padre también es distinto.
En el fondo odio a mi gemela univitelina, cada vez que me miro en el espejo le veo a ella, cuando le miro a ella, me veo a mí... Odio esta condición de gemelas que nos acompañará desde el paritorio a la sepultura -¿o no...?-
Por eso lo hice, Sr. Juez, por eso acabé con ella. No sabe cómo detestaba que la gente me confundiese con mi hermana -gemela univitelina- después de cuanto le he referido. También es verdad que podía haberme cargado a toda esa gente, por lerdos, por cortos de vista y de entendederas, por no saber discernir... y porque aún se empeñaban en llamarnos “mellizas” -a mi univitelina y a mí-. Pero hubiese sido más trabajoso y mucho menos reconfortante, dónde va a parar...

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