lunes, junio 22, 2020

MANTEQUILLA

Mantequilla

Pertenezco a esa rara clase de personas, no sé si afortunadas, que cada mañana se levantan de la cama con una textura diferente. Unos días soy metálica, otros soy terciopelo, tengo días de hormigón, de metacrilato, de madera, de cobre, de plata, de oro... Bien, pues esta mañana me he levantado siendo mantequilla. Sí, sí... como lo leen, soy mantequilla, y estoy envasada y todo en una de esas tarrinas de plástico.
No me desagrada ser mantequilla, en realidad he sido cosas peores... pero, mirándolo bien, tiene muchas desventajas. Lo he notado en cuanto me he puesto al calor, al calor del agua de la ducha. Me deshago, me desintegro, me corro -con perdón-, me diluyo, vamos... que me voy por la pata abajo. Esto va a ser una pega muy grande de cara al verano y sus calores. También será un problema cuando haga frío y tenga que arrimarme a una estufa. De modo que no me ha quedado otro remedio que resguardarme de las altas temperaturas poniéndome a cobijo dentro de una nevera.
Aquí dentro no se está mal, pero huele a Cantábrico, a carne, a verduras, a fruta, a pescado, a marisco... qué barbaridad, hay que ver cómo me miran los langostinos esos que están tumbados en un plato, vistos así, siendo mantequilla, resultan inquietantes. Vivir aquí dentro es como vivir dentro del Mercado del Val. Tengo a mi disposición bebidas variadas, leche, agua, cervezas, vino, refrescos... pero todo está cerrado a cal y canto, no puedo echarme al coleto un lingotazo de nada.
Llevo aquí metida casi un día entero y me aburro. Vaya vida de mierda la de la mantequilla... apenas me sacan de aquí, sólo me han untado en un par de tostadas y en cuatro galletas, y ha servido una pequeña dosis de mi persona para alegrar la masa de la bechamel. Y punto.
Estoy segura que, de seguir aquí una temporada, acabaré poniéndome amarilla, ictérica perdida, con ese tono añejo que adopta la mantequilla tras mucho tiempo sin usarla. Pueeees... qué quieren ustedes que les diga, prefiero, llegado el caso, que me tiren a la basura sin contemplaciones, o que se me zampe uno de esos langostinos bigotudos, pero que no me utilicen como lubricante para juegos eróticos porque no lo aguanto.


No hay comentarios: