miércoles, mayo 04, 2011

Y YO QUE NO ME FÍO...


Vaya un lío, tío Darío, que se traen con esto de Bin Laden; curiosamente, los de las tertulias radiofónicas –siento ser más de radio que de cualquier otro medio, pero es que es lo que más me gusta- se han aproximado tanto estos días a la figura del súper-terrorista de Al Queda, presuntamente abatido, que ya no le llaman por el apellido, como antes, ahora ha pasado a ser simplemente Osama, como podía ser Simplemente María, Pepe o Julián, de ahí que se hagan la pilila un lío y terminen por confundir, como ha ocurrido en Italia, a Obama con Osama, o suma y sigue, o el tocino con la velocidad, o qué sé yo… El asunto es que, digan lo que digan o hagan lo que hagan los políticos, sean políticos americanos en particular, sean políticos de cualquier parte en general, ya no sabe una a qué carta quedarse. Y eso viene a ser por norma, pero vamos… lo de Bin Laden, Osama para los amigos, supongo… es más que cuestión de fe, es hacernos comulgar con ruedas de molino. Yo no sé si ese señor ha muerto abatido, torturado, por sorpresa, con premeditación alevosa… ni me importa, la verdad, considero que si es el artífice de todas las monstruosidades que se arroga, pues qué quieren que les diga, tal día hizo un año. Ocurre que en los estados de derecho, lo de tomarse la justicia por su mano, lo del ojo por ojo diente por diente y lo de “a mí, el que me la hace me la paga”, no está bien visto, es sólo cuestión de estética, nada más, porque… no nos vamos a engañar, dudo mucho que a Gaspar Llamazares, por ejemplo, le haya dolido en el alma que la CIA se haya pasado por el forro las leyes o los derechos de, concretamente, la persona encarnada en este señor, y máxime cuando en su día a él mismo le confundieron con un peligroso terrorista basándose únicamente en su parecido físico. Pero creo que sí lleva razón en algo: contar ciertos “pecadillos” hace feo y es caca, por eso pienso que hay ocasiones en las que más vale aprender a nadar y guardar la ropa o, como dice el Evangelio, que tu mano izquierda no sepa lo que haces con la derecha, porque lo que ya me parece delirante, no es el hecho en si de que se hayan cepillado al fulano ése, ya ves tú, a mí… sino que se haya manejado la información como se ha hecho: proclamándolo a los cuatro vientos, datos tergiversados, inexactitudes, sacando pecho… ¿con qué fin…? ¿con qué fin se hacen las cosas que son de esa índole, de esa manera, y no a la chita callando? Lógicamente hay un enorme interés de reconocimiento de dicha gesta, por parte del pueblo americano, hacia el Mesías de turno que les ha librado del otro mesías -con minúscula- el que hizo derrumbar los cimientos más sólidos de torres gemelas, de ilusiones, de vidas truncadas.
La forma -narrativa pura y dura- de contarnos el ataque al fortín del malhechor, parece extraída de un cómic, tanto… que cuesta trabajo creer que sólo algo de lo que nos cuentan sea verosímil, para empezar… ¿de verdad existió alguna vez un fulano llamado Bin Laden… o sólo es un mito, como ése que circulaba sobre los billetes de 500…?

No hay comentarios: