jueves, septiembre 20, 2012

MAGIA



MAGIA

 
A los postres, el Mago sacó una carta de la manga y lanzó un reto a la concurrencia:

-A ver quién adivina qué carta es-

-La sota de copas- Le dije.

-¿Cómo lo sabes?- Preguntó sorprendido.

-Esa carta simboliza el amor y tus ojos me dicen que estás  enamorado-

 

Entonces se aproximó a la mesa, acercó su cara a la mía y rozó mi mejilla con su barba -la de los magos es suave, y al contrario que otras barbas ésta no pica-. Me ruboricé y sentí que algo agradable recorría mi espina dorsal, un escalofrío de gozo. Rogué a Dios que me convirtiera en piojo o en garrapata para anidar en esa barba y así permanecer más tiempo asida al mago, prendida y prendada de él. Pensé que lo que pretendía era premiar mi astucia con un beso, o tal vez extraer de la parte de atrás de mi pabellón auditivo dicha carta, la acertada, pero no... simplemente se apropió, con sus labios, de un cigarrillo que llevaba apoyado sobre mi oreja. Es una mala costumbre, lo sé, lo sé...una señora no debiera llevar el tabaco en ese sitio, pero, además de no ser una señora, yo  utilizo esa estrategia  para  neutralizar mi look tacón de aguja con un aire más arrabalero y canalla. 

-¿Tienes fuego?- Preguntó.

Completamente excitada y extasiada le miré a los ojos –ojos de hechicero, ya que todo mago que se precie debe  tener, al menos, un par de ojos de esas características-.

-¿A ti qué te parece?- Le respondí.

Y le presté el mechero

 

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