Si me dejo la
piel escribiendo y tengo los dedos desgastados de tanto narrar verdades, pregunto: ¿no habrá llegado ya el
momento de empezar a contar mentiras?
Por cada letra
sincera que digo, por cada pensamiento verdadero que escribo, sólo recibo
desprecio, sólo percibo el olvido. A partir de mañana diseñaré otra vida más alegre. Para empezar, te invitaré a
un banquete y a una fiesta; yo pondré la razón y la inteligencia sobre la mesa,
tú pondrás el corazón; yo me llevaré el orgullo y tu cariño, y tú... pagarás la
cuenta.
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