martes, enero 16, 2007

PLATAFORMA


El pasado domingo día 14 se despidió de Madrid Juan Echanove y Cía. con su última puesta en escena, Plataforma.


Animados por la buena acogida que ha tenido el citado drama de Houellebecq, nos desplazamos a la "capi" para, primero, pasar allí un buen día y, segundo, ver con estos ojos que se ha de tragar la tierra si es cierto o no lo que dicen los críticos. Vds., como personas inteligentes que son, ya sabrán de buena tinta que no siempre hay que hacer caso de lo que dicen esos sesudos y aburridos señores.


Hizo un día precioso de sol y ¡calor! para estar en un mes de enero, tanto que pudimos tomar el vermut sentaditos en la Plaza Mayor en una terraza. Comida agradable en un restaurante muy bien elegido -éxito rotundo de los anfitriones en este caso-, paseo, cafelito...etc., hasta que llegó la hora de la función y nos apostamos a la entrada del Teatro Bellas Artes mientras nos fue concedido paso franco para acceder al interior.


Los inquilinos del teatro, una familia de indigentes con un perrito muy gracioso que viven allí a partir del momento en que finaliza el espectáculo, se trasladaron por la mañana con sus pertenencias -imagino que como todos los días, qué remedio- a la acera de enfrente. Estoy segura que, si se les solicitara, podrían hacer un estudio estadístico de la afluencia de público, con barras, porcentajes, picos, descensos...etc. Pero como de momento nadie les ha encargado dicho estudio, se entretienen fumando y hablando de sus cosas, agazapados con todos sus enseres en la acera tras unos coches aparcados, ajenos a los famosos y no famosos que a diario acuden a ver al Sr. Echanove. Es lo que tiene Madrid - a los de provincias aún no deja de sorprendernos-, que estando en la fila de un teatro ves que delante o detrás tuyo está Ana Fernández, la de Solas, pequeñita, casi insignificante, envuelta en un abrigo rojo; o María Adanez, la de Aquí no hay quién viva, que con su ropa vaquera y la melena a medio peinar te hace dudar, cuando la ves, si se trata en realidad de la actriz o te suena su cara porque se parece mucho a la vécina del séptimo, con lo que no sabes a qué atenerte ¿le pido un autógrafo o le pregunto por su gotera? Ante la duda, miras para otro lado y no dices nada.



Empieza la función. La de dentro. Consta de un único acto y los siete actores, bajo la dirección de Calixto Bieito, están moviéndose continuamente en escena. Es una obra arriesgada, poco convencional, con una escenografía vanguardista y un texto muy crítico que dice cosas interesantes y profundas, pero aderezado y salpicado todo ello de elementos obscenos -continuas proyecciones de imágenes porno, lenguaje soez reiterativo en los diálogos, una actriz que deambula desnuda por el escenario durante toda la obra, orgasmos, masturbaciones ...-. Claro, si uno se queda en "eso" y no avanza un paso más allá, sale diciendo "esto es una guarrada y punto". A mí personalmente me gustó. Esta vez no he acudido sólo como espectadora, he ido en calidad de actriz -a aprender- y la obra me ha parecido todo un reto para cualquier actor. Desde asumir y llevar a cabo esos personajes, hasta dejarse la piel en escena haciendo todo un ejercicio de expresión corporal. Concretamente la actriz desnuda, Belén Fabra, hace un trabajo para quitarse el sombrero, mucho más difícil de lo que parece; Mingo Ráfols borda su papel con una gran naturalidad y el propio Echanove, aunque hay momentos en los que se la va la mano sobreactuando, es incuestionable el desgaste y el enorme esfuerzo que realiza a lo largo de la obra.


Salimos del espectáculo con esa sensación rara de empacho, como cuando has comido mucho y no dispones aún de la perspectiva necesaria para valorar si la comida estaba buena o no. Es al día siguiente, después de bien hecha la digestión, cuando te das cuenta realmente de si te gustó el menú. Yo no sé si tomaría otra ración, pero en todo caso este guiso no me ha resultado indiferente y me ha dejado un buen sabor de boca.

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