jueves, septiembre 20, 2007

EL NUDO


Se colocó ante el espejo del dormitorio. La tomó entre ambas manos con delicadeza, como si fuera una reliquia. Estaba suave y brillante. Las pequeñas rugosidades apenas eran perceptibles. Daba gusto acariciar con los dedos su tacto satinado, a pesar de que al tipo en cuestión le faltaban varias falanges. La colocó –como pudo- alrededor del cuello y la enrolló en torno a él. Improvisó un lazo, una especie de nudo, luego otro... “ahora paso esta punta por aquí y la saco por allá...” Esta maniobra siempre se le resistía, jamás le salía a la primera. De nuevo, otro intento... otro más... ¡nada!
El extremo más distal se revolvió contra él y unos dientes afilados se le clavaron en un dedo, haciéndole brotar dos gotas de sangre que más bien parecían dos granates engarzados en un solitario. El domador, con rabia, arrojó la serpiente sobre la cama y decidió suprimir ese número de su actuación. Ya estaba más que harto.

No hay comentarios: