miércoles, septiembre 19, 2007

LA SIRENITA




El capitán soltó las amarras del barco, sin tan siquiera despedirse de ella, poniendo proa hacia otro puerto que le resultaba mucho más atractivo que aquél que dejaba tras de si. Zarpó y cuando se encontraba ya bastante lejos de la orilla, sintió cómo algo se enredaba suavemente entre su pelo. Por unos breves instantes soltó el timón y giró la vista atrás atusándose el cabello con aprensión. Al tacto advirtió la presencia de una sustancia fluida y viscosa.
Allá en el horizonte, la figura de la sirenita se recortaba pequeña y frágil, y pasaba tan desapercibida, que él ya no era capaz de distinguirla aunque lo intentó de veras. Demasiado tarde...
Pero ahora sabía que ella estaba cerca, lo presentía. La sirena, apenada por ver marchar a su amigo y no poder acompañarle a causa de sus pesados pies de bronce, le había dedicado un beso de despedida, lanzándolo al aire, con nulas posibilidades de que llegara a su destinatario. Una gaviota amiga suya que volaba por allí lo atrapó entre el pico como si fuera un pececillo, engulléndolo posteriormente con fruición. El ave, con el loable deseo de ayudar a su querida sirena, quiso llevar el beso al marinero. Y no tuvo mejor ocurrencia que defecar sobre su cabeza, lanzando un "ósculo" sobre la misma, con la certera puntería de un francotirador.

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