viernes, octubre 05, 2007

LA GUITARRA EN EL SALÓN

“Del salón en el ángulo oscuro, de su dueño tal vez olvidada, silenciosa y cubierta de polvo, veíase una guitarra...”

El poeta, desesperado e incapaz de seguir dibujando una canción, arrancó una cuerda de la guitarra, la anudó a su cuello y se colgó de lo alto de una viga del salón. Inesperadamente una musa acudió en su auxilio:
“... Cuánta nota dormía en sus cuerdas, como el pájaro duerme en las ramas...”

Por fin, eufórico, mientras sus pies se balanceaban en el aire como los de un pelele, sacó una navaja del bolsillo del pantalón en un vano intento de evitar que la cuerda se clavara en su cuello y le estrangulara; pero la navaja era tan pequeña, tan pequeña... que a la cuerda sólo le produjo cosquillas. Su contagiosa risa, unida a los agónicos estertores del poeta, pusieron finalmente música a su letra.

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