Cuando la loba salió del Casino, miró al cielo, vio la luna y, rascándose el bolsillo, pensó con fastidio:
-"¡Qué lata, otra noche sin luna llena, otra vez a esperar...! Bienaventurado el que tiene un as en la manga, pues mantiene la ilusión y controla la jugada; bienaventurados los que no sabemos ni tener las cartas... ya sólo nos queda la ilusión, pero es mejor que nada..."-
Con el rabo entre las patas entró de nuevo al viejo y elegante edificio, esta vez con toda la intención de dejarse la piel en la siguiente apuesta
-"¡Qué lata, otra noche sin luna llena, otra vez a esperar...! Bienaventurado el que tiene un as en la manga, pues mantiene la ilusión y controla la jugada; bienaventurados los que no sabemos ni tener las cartas... ya sólo nos queda la ilusión, pero es mejor que nada..."-
Con el rabo entre las patas entró de nuevo al viejo y elegante edificio, esta vez con toda la intención de dejarse la piel en la siguiente apuesta
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