viernes, abril 20, 2007

HOGAR, DULCE HOGAR


H. entró en casa procurando no hacer mucho ruido. Quería darle una sorpresa a su mujer. Era casi mediodía y supuestamente debería estar en la cocina haciendo la comida.
Los niños, según creía recordar, estaban de campamento.

Recorrió el angosto y corto pasillo. Un invidente que no conociera la casa también habría llegado a la cocina con suma facilidad. El intenso olor a guiso llegaba hasta el rellano de la escalera.
¡La sorpresa fue mayúscula!

H. nunca hubiera podido imaginar lo que se estaba cociendo entre su mujer y el vecino del 3º Dcha.

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