sábado, noviembre 17, 2012

CANTOS MARINOS


El buzo se calzó su traje de neopreno y se echó sobre la espalda la bala de oxígeno, después, de un brinco, se lanzó a las profundidades marinas.

En realidad él no sabía decir por qué, pero se sentía extraña y tontamente fascinado por todas aquellas voces cristalinas que parecían llamarle desde el fondo.

A lo lejos, sobre una roca, unas Almejas Cedé cantaban y tocaban el laúd como si no existiese un mañana. El buzo, sin mayor dilación, fue a su encuentro –el tipo ése las quería todas para él-.  Pero algo se le enredó en las piernas impidiéndole caminar. ¡Era una maraña de hilos, una gran madeja! Oh… caramba, pero si eran las pérfidas y envidiosas Algas Cassette.

Estaban celosas, no lo podían remediar. Si bien no habían superado aún la llegada a su vida de las Almejas Cedé, con sus voces claras, atipladas y resistentes, la gota que ya colmó el vaso de su paciencia, fue la entrada vandálica de las Ostras MP3, que, además de todo lo anterior, tenían un repertorio de canciones tan vasto como para llenar el Titanic.

No hay comentarios: