Cada vez que entro en un túnel me parece estar
atravesando el tubo digestivo de un gigante, me adentro por la boca y salgo por
el culo; el caso es que cuando el camino es de regreso, y atravieso el mismo
túnel, siempre me pregunto lo mismo: entonces ahora…¿estaré entrando por el
culo y saliendo por la boca?
Y me produce cierta inquietud, no puedo evitarlo, la
duda hasta me provoca complejo de
supositorio, no en vano me miro en el
espejito que está oculto bajo el quitasol del coche y me veo con cara de
lavativa, qué zozobra… bah, pero es sólo una sensación pasajera que cede pronto,
de hecho, al acabarse el túnel, siempre me aguarda una luz espléndida al otro
lado, sí… y reconforta sentir que dicha luz en el horizonte es tan blanca y
suave como una enorme porción de papel higiénico –sin usar-
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