Abrí los ojos y él estaba allí.
Los cerré de nuevo, pero cuando volví a abrirlos ya se había marchado.
Desde entonces soy insomne y
mantengo mis párpados convenientemente apuntalados para que no se caigan. Temo
que si un día regresa, y me encuentra dormida, se lleve tal decepción que se
aleje definitivamente de mi lado para no volver nunca jamás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario