ESPERA
Otro día más para
una nueva e inútil espera. Mi piel tan sólo ansiaba ser la elegida para
sentirse acariciada por su mirada, escrutada por sus dedos torpes, besada por
sus palabras y piropeada por sus labios. Sólo eso… ¿acaso era tanto pedir que por
una vez en la vida obviase al resto de ellas…? Todas esas pedorras con cara de
silicona y con sus largas melenas rubias al viento, o con sus cabelleras
morenas y ensortijadas como pequeñas y nerviosas larvas. Pero no, por fin
pareció romperse el dichoso maleficio y aquel día quedó grabado en mi memoria,
fue ese momento glorioso en el que la pequeña se acercó a la balda donde
reposábamos todas sus muñecas y escogió a la pelona, la que lucía una exigua
cabellera cortada a trasquilones con unas tijeras de punta redondeada, una de
ésas que “sólo cortan papel” –y a veces pelambreras- . Me sentí como una diosa…
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