miércoles, septiembre 18, 2013

Fragmento de "El Conejo Loco"


El viejo Capitán se plantó ante la fachada del Conejo Loco, naturalmente era de noche, como siempre que iba allí. Y como otras veces, se dejó cautivar por la señorita de neón que, parpadeante, y desde un lateral del edificio, saludaba en biquini con un conejito asomando a través de una chistera que sostenía en la mano a todos los coches que circulaban por la carretera.

Era una especie de guiño, ahora azul, ahora rojo, sí, no, sí, no, sí, no, azul, rojo, azul, rojo… de tal modo que el parpadeo luminoso, más que provocación era sinónimo de burla,  de vaticinio de un juego.

Empuñó el picaporte de la pesada puerta de madera, casi acorazada, y pasó al interior del local. Estaría de más decir que el club por dentro presentaba una escasa iluminación y estaba aún peor ventilado, no obstante, nos detendremos en ello un instante sólo para recordarlo [...]

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